El Mundo Talleres sigue viviendo la historia del vaso medio lleno o medio vacío. Hay quienes quedaron conformes con el segundo puesto en la Tabla Anual y el juego del equipo, sobre todo el que lo llevó a ser inédito subcampeón de la Liga Profesional, ya que la “T” había sido subcampeón del Torneo Nacional de 1977 y de las ediciones 2021 y 2022 de Copa Argentina.
También están quienes tienen una amplitud de criterio mayor y entienden que el camino que transita el club lo conducirá al título de Liga. Son los y las que valoran la vuelta a la escena internacional, ya que ese segundo lugar anual, alcanzó para regresar a Fase de Grupo de la Libertadores y para clasificar a la Supercopa Internacional.
También atesoran el hecho de que la “T” fue segundo de River, al que de tres duelos, le ganó dos. Uno por Liga y otro eliminatorio de Copa Argentina, mientras que el tercero lo perdió en Copa de la Liga, un certamen en el que ya no era un Talleres que casi siempre sabía a qué jugar.
Finalmente, están los que solamente se quedarán conformes el título de Liga que no está en la vitrina de los clubes de Córdoba y que compiten desde 1967 en AFA. Quizá el título de Copa Argentina, que también falta, pueda actuar como un atenuante.
A ellas y a ellos, no les basta que el equipo haya salido de la tercera categoría hasta la internacionalidad, ni que el club haya crecido como la ha hecho en estos 10 años de la gestión Fassi en 2024. No hay números, juegos ni economía que valga... es sólo el anhelo del título.
Se martirizan una y otra vez con el hecho de que si la “T” hubiera conservado a Michael Santos, a Diego Valoyes, más el recambio, quizás hoy Talleres podría haber ganado la Copa Argentina o la Copa de la Liga en lugar de las eliminaciones sufridas en cuartos de final con Boca y con una racha de dos triunfos sobre los 14 partidos finales, respectivamente. También habría que ver si lo mejor de la “T” se veía en el semestre final.
Lo que no varió en la Liga y en la Copa es que volvió a sumar poco en los cinco partidos finales: nueve puntos y cinco puntos de quince posibles, respectivamente.
Salvo en aquella temporada 2019-2020, en la que el entonces equipo de Alexander Medina sumó 12 puntos de 15 (cuatro triunfos y una derrota entre las cuatro fechas finales de la Superliga y la única de Copa de la Superliga), la “T” tuvo una efectividad entre el 30 y 35 %.
Identidad
Rodrigo Garro como conductor y lanzador, Diego Valoyes y Ramón Sosa en bandas más los goles de Michael Santos lo convirtieron en el más goleador. Nahuel Bustos, desde el banco, aportó un gol cada 50 minutos.
Los rivales adaptaban sus formas para llevar a Talleres a un ser un equipo de posesión (le daban la pelota en muchos casos) y obligarle al desgaste de tratar de desequilibrar en los espacios reducidos. Fueron pocos lo que se arriesgaron a atacarlo. Era más fácil, llevar a Talleres hacia un partido incómodo en el que tenía que ser muy paciente.
Sin embargo, era tal el desgaste de correr a Talleres, de intentar maniatarlo, que tarde o temprano el rival perdía concentración. Un pique de Sosa mal cubierto y adiós. Si no era cualquiera de los del cuarteto, ingresa Nahuel Bustos, que llegó a tener un récord de un gol cada 50 minutos.
Y más. Un arranque profundo de Ortegoza, la lanza de Villagra o Catalán y hasta la posta que podían tomar los laterales.
Sin embargo, ese modo directo necesitaba de una evolución colectiva e individual porque los rivales ya sabían cómo comprimir a Talleres con una línea de cinco volantes o cinco defensores.
Y así Talleres queda preso. Hubo ensayos, pero tuvieron poco rodaje como el doble “9″ Santos – Bustos ante San Lorenzo o con Garro de doble “5″ en ese mismo juego o de mediapunta.
El desgarro de Santos le abrió la puerta a Bustos y una etapa de pruebas a “Cobija” ya que era lo que se venía. Talleres iba a cambiar. ¿Podría verse un Talleres de posesión y pausa? ¿Podría haber un equipo con un planteo más cauteloso de visitante?
Había recursos, pero la decisión fue casi siempre hacia una forma de jugar.
La caída
Talleres largó la Copa de la Liga Profesional con el puntaje ideal. La goleada a Gimnasia por 3 a 0 y el 2 a 1 a Huracán le dieron la certeza a Gandolfi de que las ventas de Santos y de Diego Valoyes más el recambio encabezado por Francisco Pizzini, Alan Franco, entre otros, tenían solución.
Sin embargo, nada de eso pasó. Angulo y Barrera no tuvieron el peso ni la confianza que hubo para Valoyes y Bustos no pudo ser Santos. Es más, empezaron los problemas de lesión para “NB10″, y los ensayos de Gandolfi para tener un “9″. Jugaron Valentín Depietri, los refuerzos Francisco Pozo y Tomás Molina. Bustos volvía de los problemas musculares, pero pocas veces estuvo pleno.
No hubo certezas ahí, ni en la banda. Tampoco Portillo pudo salir del lateral izquierdo recién en la fecha final. Los refuerzos aún viven un período de adaptación. Bruno Barticiotto tuvo que superar dos desgarros para poder estar a disposición.
También sufrieron lesiones similares Ortegoza, Catalán (ya en selección) y hasta se quedó sin Ramón Sosa por una patada que casi lo quiebra en Bolivia-Paraguay. Garro también bajó y hasta Villagra perdió gravitación. También hubo salidas anticipadas, caso Buffarini y Alvarez, enfrentados con Gandolfi y hasta cambios en dos auxiliares del plantel.
Las consecuencias se trasladaron a los resultados. Talleres perdió su identidad y tampoco hubo un plan de contingencia que tuviera continuidad. De los últimos 12 partidos, la “T” ganó dos y fue eliminado en Copa Argentina por Boca en cuartos y no pudo cruzar de la fase regular de la Copa de la Liga Profesional.
El 3 a 2 con Independiente cortó la racha sin triunfos, un día que recuperó la memoria y que terminó siendo el partido final de Gandolfi. La “T” volverá al triple frente en 2024 con derecho a soñar y la obligación de ser protagonista.