Redford y Newman: la íntima amistad de dos caballeros de Hollywood

La icónica amistad entre los dos grandes caballeros de Hollywood, Paul Newman y Robert Redford, podría no haber ocurrido: en 1969, George Roy Hill se preparaba para filmar “Dos hombres y un destino” (“Butch Cassidy & the Sundance Kid”) y Redford no era nadie en la industria. Newman intervino, y el resto es historia.

Y la historia es así, según el propio Redford confiaría años después. Roy Hill había ofrecido el papel de Butch Cassidy, primero, a Steve McQueen. Cuando este renunció, buscó a Redford, pero el actor le dijo que se veía más identificado con el rol de The Sundance Kid, hasta el punto de que décadas después bautizó con ese nombre al ahora célebre festival de cine independiente que creó en las montañas de Salt Lake City.

Claro, Redford en aquel momento no era una gran estrella: a sus 33, estaba prácticamente empezando. Había hecho mucha televisión y en cine, “The Chase”, junto a otra leyenda como Marlon Brando, y “Descalzo en el parque”, habían supuesto su bautismo como estrella.

Y para el papel del Sundance Kid el estudio quería un nombre grande. De hecho, ese nombre ya estaba elegido: era Paul Newman. “Pero George luchó por mí”, confió Redford, y Newman aceptó interpretar a Butch Cassidy y dejar el papel de Sundance a Redford.

Redford y Newman jugando al ping pong en el set de "Butch Cassidy"

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El galán de los ojos profundos ya tenía 44 años y había protagonizado títulos como “Cool Hand Luke”, “Hud”, “The Hustler” y “Un gato sobre el tejado caliente”, los cuatro con nominación al Oscar incluida. Pero se corrió a un costado: “El estudio no me quería entonces pero Paul insistió en que actuara con él en la película”, recordó Redford manifestando el gran afecto que tenía por Newman y la amistad que los unió. “Al final aceptaron. Eso sí, cambiaron de orden el nombre de los personajes en el título y pusieron el de Paul (Butch Cassidy) primero”.

El resultado fue una de las películas más icónicas de la historia del cine, ganadora de cuatro Oscar y nominada a otros tres: basada ligeramente en hechos reales en las figuras de los bandoleros Robert Leroy Parker y Harry Longabaugh, uno de los grandes estandartes dentro del género “buddy movie”, de parejas desparejas, cautivó a la audiencia con esta historia de dos bandoleros -uno más reflexivo, el otro más amante de la acción- que, tras robar varios trenes y bancos y tener a una patrulla tras sus talones, emprenden una huida hacia Bolivia con ayuda de Etta, la amante de uno de ellos (Katharine Ross). Acorralados, enfrentados al inevitable destino, los criminales dejaron una icónica, un resumen perfecto de la camaradería entre dos. A punto de recibir una lluvia de balas, Newman lanza: “Por un momento pensé que estábamos en apuros”.

La película fue el mayor éxito de taquilla en 1969, y mucho tuvo que ver la envidiable química entre ambos actores, forjada durante el brutal rodaje.

Todas las escenas que se desarrollan en Bolivia se rodaron realmente en México, donde casi todo el equipo sufrió de diarrea a excepción de los tres protagonistas, que evitaron beber el agua local y se limitaron a ingerir refrescos y alcohol. Allí, entre decenas de cervezas y risas, tuvo inicio una hermosa amistad, que se alargaría hasta la muerte de Newman en 2008.

EL DEBATE

Amigos, sí, pero también rivales: la película desató un debate en la opinión pública que todavía continúa. ¿Newman o Redford? El debate era entre al actor más guapo que ha dado el cine en toda su historia, a la sonrisa más pícara y a la mirada más profunda jamás vistas en una pantalla, o al blondo talento de encanto arrollador y profundo razonamiento.

Un debate que, cuatro años más tarde, tuvo segunda vuelta: Roy Hill llamó a los dos actores de su éxito de taquilla para “El golpe”, película de engaños donde Redford y Newman encarnaron a dos granujas simpáticos, que van contra la ley pero que convencen a la audiencia de estar de su lado.

Siempre quisieron trabajar en un tercer proyecto juntos: la idea se frustró por la muerte de Newman, en 2008

Esta semana se cumplió medio siglo de la película, otro hito de aquella década dorada de Hollywood: el filme obtuvo un éxito comercial que perdura hasta nuestros días colocándole en el número 21 de las películas más lucrativas de la historia. Ganó siete premios Oscar, y forma parte del patrimonio cinematográfico que salvaguarda para la posteridad la Librería del Congreso de Estados Unidos.

Aunque se frecuentaron durante el resto de su vida, aquella fue la última vez que Redford y Newman trabajaron juntos. Robert quiso rodar siempre una tercera película junto a su amigo del alma, algo conocido por cualquier cinéfilo, y estuvieron muy cerca de hacerlo, pero la muerte de Newman truncó el deseo de ambos.

Ese proyecto era “A Walk in the Woods”, otra historia que planteaba una dinámica despareja, la relación entre un senderista experimentado que emprende una caminata por los Apalaches junto a un problemático viejo amigo, con una forma física muy poco recomendable para tal aventura. Basado en el libro de Bill Bryson, Redford se había imaginado como el senderista, y a Newman.

“Hubiera sido un territorio diferente para nosotros, pero aún mantendría la misma relación que tuvimos en las obras anteriores”, comentaba Redford cuando la película finalmente vio la luz, siete años después de la muerte del galán. En el papel de Newman estaba Nick Nolte, a quien Redford conoció en “The Company You Keep”, una reflexión sobre la vieja escuela en clave de intriga política.

LA VIDA

Desde entonces, Redford está aparentemente retirado de la actuación, aunque cada tanto ha vuelto a trabajar delante de la cámara. Comprometido con la defensa del medioambiente, es uno de los paladines del cine independiente en Estados Unidos, creador del Festival de Sundance. “La palabra ‘independiente’ resume mi manera de ver la vida”, ha dicho alguna vez Redford, que se ha mantenido lejos de los escándalos y las intrigas palaciegas de Hollywood.

Redford nunca ganó un Oscar como actor (sí como director, por “Gente corriente”) y todavía le duele no haber sido siquiera nominado por “All is lost”, película sin palabras, puro físico, sobre un naufragio: con 77 años le puso el cuerpo a la aventura y hasta perdió el 60% de la audición en un oído, pero la Academia le dio la espalda.

Newman sí ganó un Oscar como actor, por “El color del dinero”: fue exitoso en todo lo que emprendió en su vida. Conocido por sus actividades filantrópicas, además de por sus películas, desarrolló con éxito proyectos paralelos como el de ser piloto de coches de carreras y creador de una línea de productos de alimentación. Querido por todos en la industria (Susan Sarandon recordó recientemente la vez que Newman se enteró de que cobraba menos que él por un papel protagónico, y le ofreció cederle parte de su sueldo), también pasó una vida sin grandes escándalos: cultor del perfil bajo, atravesó su vida al lado de su compañera, Joane Woodward, una relación entrañable retratada de manera emotiva en la serie “The Last Movie Stars”.