
Adiós a COAS
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Tantas cosas ocurren en estos difíciles tiempos que algunas quedan fuera de registro.
Desde estas columnas, numerosas veces dedicadas a celebrar la labor de la querida Cooperadora de Acción Social (COAS), hoy lamentamos tener que compartir una triste noticia: COAS se ha visto obligada a cerrar sus puertas. Inolvidables Ferias de las Naciones, el Premio COAS a la Solidaridad y tantas otras acciones nacidas de la creatividad de un valioso equipo de mujeres dispuestas a dotar de aparatología, principalmente a los hospitales públicos porteños y también del AMBA y del interior, quedarán en el recuerdo. Hablamos de férreas voluntades, desvelos y esfuerzos que permitieron recaudar y donar 40 millones de dólares entre 1976 y 2021 para beneficio de muchísimas personas. Cada centavo fue rendido, con transparencia y responsabilidad, para la gente, por la gente y desde la gente, como reza su eslogan.
Un Estado omnipresente, todopoderoso, paquidérmico y mayúsculamente inútil a la hora de mejorar la vida de los argentinos encontró en COAS una valiosa aliada para atender parcialmente las dificultades de un sistema de salud cada día más quebrado, con salarios de miseria, infraestructura insuficiente y, en los últimos tiempos, también carencias de insumos básicos. Las matemáticas no perdonan lo que las ciencias sociales y económicas puedan anticipar, y una irreversible debacle obliga a muchos a revisar planes y proyectos.
Este dramático momento de COAS es fiel reflejo de la hecatombe que transitamos y de la impostergable obligación de barajar y dar de nuevo. Esta vez, es el país el que necesita un respirador.
Como ciudadanos, todos debemos mucho a COAS. En este nuevo tiempo, el desafío será redimensionar y rediseñar el Estado para que pueda atender aquello que le es propio, que indelegablemente le compete.
Ese enorme Tercer Sector que hoy está en crisis solo debe ser un auxiliar. No podemos depender de la solidaridad ajena. Mucho menos del asistencialismo, malversado con fines ideológicos desde el poder.
En la transición será crucial que el esfuerzo individual contribuya a sostener a los que menos tienen para que podamos llegar todos juntos a la meta.
Seguramente, con mucha tristeza, despedimos hoy no solo a COAS, sino a muchas otras ONG que tampoco pueden sobrevivir a este crítico momento. Quienes tantos años y esfuerzos dedicaron a mejorar la vida de sus compatriotas, hoy deben sumar su compromiso en la construcción de un nuevo país desde otro lugar. Sus liderazgos serán sumamente importantes. Muchas gracias COAS.
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