Los historiadores no recordarán 2023 como un año feliz para la humanidad. Hubo guerras, regímenes autocráticos y, en muchos países, hombres fuertes desobedecieron las leyes y coartaron la libertad. Este es el sombrío telón de fondo de nuestro premio anual al "país del año". Si nuestro premio fuera a la resistencia de la gente corriente frente al horror, habría abundancia de candidatos, desde los palestinos e israelíes en su amargo conflicto hasta los sudaneses que huyen mientras su país implosiona.

Sin embargo, desde que empezamos a nombrar a los países del año en 2013, hemos tratado de reconocer algo diferente: el lugar que más ha mejorado. Hay dos grupos de países que merecen reconocimiento en 2023.

Contra la autocracia

El primero incluye lugares que han resistido el acoso de vecinos autocráticos. No se puede decir que la vida en Ucrania haya mejorado, pero el país prosiguió valientemente su lucha contra la maquinaria bélica de Vladimir Putin, a pesar de las vacilaciones de sus partidarios occidentales. Moldavia resistió la intimidación rusa. Finlandia se unió a la alianza de la OTAN y Suecia lo hará pronto. En Asia, varios países se mantuvieron firmes frente a la agresión china, a menudo en colaboración con Estados Unidos. Filipinas defendió sus fronteras marítimas frente a China. En agosto, Japón y Corea del Sur estrechan su cooperación. 

Defensa de la democracia

Nuestro segundo grupo de países defendía la democracia o los valores liberales en casa. La frágil Liberia, asolada por la guerra, logró un traspaso de poder pacífico. En Tailandia y Turquía se mantuvieron en unas elecciones sesgadas a su favor.

Por otro lado, en Brasil tomó el mando un populista de izquierda como es Luiz Inácio Lula da Silva, quien se alió con el criminal de guerra ruso, Vladimir Putin. Como resultado, Brasil se pierde el premio.

Polonia tuvo un año 2023 extraordinario: su economía resistió el impacto de la guerra; siguió acogiendo a casi un millón de refugiados ucranianos; y, para disuadir a Rusia, aumentó su gasto en defensa por encima del 3% del PIB, dando a sus tacaños homólogos de la OTAN un ejemplo a imitar. 

Queda Grecia. Hace diez años estaba paralizada por una crisis de deuda. Los ingresos habían caído en picado, el contrato social se resquebrajaba y los partidos extremistas de izquierda ejercían la corrupción. Hoy, Grecia, tras años de dolorosa reestructuración, encabezó nuestra clasificación anual de economías del mundo rico en 2023. Su gobierno de centro-derecha fue reelegido en junio. Grecia demuestra que desde el borde del colapso es posible promulgar reformas económicas duras y sensatas, reconstruir el contrato social, exhibir un patriotismo comedido y, aun así, ganar las elecciones. Ahora que medio planeta votará en 2024, los demócratas de todo el mundo deberían prestar atención.

 

Por The Economist