La predisposición solidaria con el Hospital de Niños y las personas necesitadas

La predisposición solidaria con el Hospital de Niños de nuestra ciudad, tantas veces comprobada, volvió a dar su presente en las últimas horas con la donación de 200 juguetes realizada por la Fundación Pediátrica Argentina, en conjunto con la Fundación Laffia y la Universidad de Belgrano, en favor de los pequeños y adolescentes que se encuentran internados en el hospital platense.

Se ha puesto de relieve siempre que los chicos allí internados se enfrentan con necesidades no sólo médicas, sino espirituales y educativas, además de que valoran mejor que nadie las horas de compañía por parte de voluntarios que ofrecen su tiempo para acompañar a muchos de quienes tienen a sus familiares y seres queridos lejos de ellos y solo pueden venir a visitarlos en contadas ocasiones.

En esta oportunidad se informó que la campaña “Un juguete por una sonrisa”, impulsada por FUPEA, Laflia y la Universidad de Belgrano, tiene como objetivo que 2.000 niños y adolescentes de distintos lugares del país pasen una Navidad “con una caricia al alma”. Con esa finalidad es que las mencionadas entidades recibieron donaciones de juguetes para entregarlos a quienes más lo necesiten.

Se ha señalado muchas veces en esta columna que las respuestas privadas frente a las emergencias que enfrentan algunas instituciones dedicadas al bien público constituyen un ejemplo que merece ser resaltado.

Ya de por sí el Hospital de Niños se ha caracterizado a lo largo de muchas décadas por el empeño, la especial dedicación y, desde luego, la reconocida solvencia médica con que ha desarrollado una tarea que, sin duda, ha sido de excelencia, tanto para nuestra ciudad como para toda la Provincia.

Son muchas las instituciones de bien público que, por cierto, requieren y merecen actos de solidaridad como estos que acompañan al Hospital de Niños, aunque, desde luego, resulta de enorme trascendencia que se ofrezcan respuestas a los requerimientos de una infancia tan sufrida.

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La comunidad platense vino demostrando en forma creciente su propensión a impulsar todo tipo de ayudas, como la de enviar medicamentos, alimentos y personal médico a escuelas de frontera en el Norte o en otras partes alejadas del país; brindar siempre respuestas rápidas a los pedidos que realiza el Banco de Sangre; colaborar en tareas de restauración y pintura de escuelas y otros edificios o donar elementos imprescindibles y, fundamentalmente, ofrecer horas de presencia solidaria ante quienes necesitan contención y apoyo.

En el caso del Sor María Ludovica, junto a esta conclusión, no debe dejarse de lado la debida valoración que merecen quienes despliegan en esos lugares tareas de imprescindible contención y apoyo a niños que sufren serios trastornos de salud y, también, extremas necesidades.

Quienes respondan a este llamado de los más indefensos, quienes giren su vista y la detengan en quienes sufren muy graves adversidades, no sólo cumplirán frente a un pedido de ayuda de naturaleza material, sino que se acercarán espiritualmente al universo de esos niños que necesitan contención y que, superando contingencias tan negativas, buscan aprender y convertirse, así, en faros esperanzadores para el futuro del país.