Entre las relaciones de parentesco en América Latina ocupa un lugar destacado el compadrazgo, considerado por los antropólogos como parentesco ceremonial o ritual. Este vínculo se origina en una ceremonia religiosa la cual permite que dos personas adquieran una relación de carácter familiar, con alguien que habitualmente no pertenece a su núcleo de parentesco.
La relación de compadrazgo generalmente esta unida a etapas importantes en la vida de las personas, tales como el nacimiento, confirmación o matrimonio. Según Félix Coluccio, el compadrazgo es uno de los vínculos más sagrados que pueden unir al hombre y relata, para demostrar esta afirmación, una antigua y breve cavilación del noroeste argentino surgida de la imaginación del criollo, que enuncia un juicio del mismísimo Dios con respecto al comportamiento de la gente de un poblado: "…que pueblo debe ser ése, que hombre deber ser ése, que hombres deben haber allí donde ya ni los compadres se respetan…”. En esta zona, como en el resto del país, el compadrazgo bautismal es uno de los más relevantes. Inclusive allí los padrinos tienen la responsabilidad, en caso de muerte, de organizar el "velorio del angelito”.
Por otra parte en la región del Bajo Piura -Perú- los investigadores han registrado, además de las mencionadas, las siguientes formas de compadrazgo: una de ellas se denomina "agua de socorro”, contrayéndose entre los padres de un niño convaleciente y la persona encargada de bautizarlo. Se recurre a esta instancia ante el impedimento de llevarlo a una iglesia o la carencia de un sacerdote. Otra forma se llama "corte de pelo”. Acontece cuando un niño de dos o tres años, se le peina sus cabellos con moñitos, invitándose al padrino para que sea el primero en cortar, en seguida los restantes invitados irán cortando los restantes moñitos del pelo. Simultáneamente dejarán al niño agasajado algún regalo para integrar un exiguo patrimonio para su futuro. También describen otra clase de compadrazgo, similar a la anterior, denominado "corte de uñas”. Esta ceremonia tiene su origen en el incario y es celebrada en conjunto con el "corte de pelo”. Los antropólogos para explicar esta ceremonia reproducen la reflexión de un informante: "es para que el niño no se acostumbre a robar…”. Igualmente existe una clase de compadrazgo designado como "puesta de aretes” y hace referencia a la colocación de pequeños pendientes en las niñas.
* La tonada y el compadre
La tonada es una especie de bálsamo para momentos de reunión y necesidad de compartir sentimientos. Es para encuentros no de muchos; no requiere palmas porque le basta y sobra con su emoción; cuando suena es como que nos conmociona hacia un territorio de intimidad y respeto.
Por esa confianza intrínseca, se erige la institución nativa del "compadre”, personaje socio familiar que en la tonada se utiliza para el brindis, la dedicatoria: "a usted compadre le canto…” .
Jorge Viña, ilustre compositor contemporáneo, nos dice esto en su tonada "Compadre de mi tierra”: "Es esa tonada que canta el paisano, brasita del alma que lleva encendida, cantando por cuyo en un mano a mano, con una guitarra pulsando la vida, guitarra y tonada cuyana alegía, regala el compadre de la tierra mía”.
Hay que destacar que fue la tonada una de las primeras señales musicales autóctonas, a partir del ilustre compositor sanjuanino Saúl Salinas, que integró el grupo de Gardel por el mundo y fue el autor de tonadas memorables que el propio Zorzal cantó en sus primeros pasos: Mírala cómo se va, Sanjuanina de mi Amor y otras. (Dr. Raúl de la Torre
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Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia