Robert Clive Napper, popularmente conocido como El asesino de la Cadena Verde, cumple una detención indefinida en un hospital psiquiátrico de Inglaterra tras ser encontrado culpable de dos asesinatos, un homicidio, dos violaciones y dos intentos de violación, aunque se cree que la lista de víctimas de abuso sexual asciende a más de 70.
Nacido el 25 de febrero de 1966 en Erith, al sureste de la capital de Inglaterra, aunque criado en Plumstead, atravesó una infancia difícil debido a que su padre, Brian Napper, era violento. El hombre golpeaba a diario a su mujer, Pauline, hasta que se divorciaron cuando su hijo tenía nueve años.
No obstante, la nueva vida de Robert Clive Napper no fue más amena. Su madre lo llevó, junto a sus tres hermanos, a un hogar comunitario. Poco después, le detectaron que sufría esquizofrenia paranoide y síndrome de Asperger, por lo que estuvo bajo tratamiento psiquiátrico en el hospital Maudsley durante seis años.
Eso no fue todo: cuando tenía 13 años, fue abusado sexualmente por un amigo de la familia mientras estaban en plenas vacaciones. Ese fue un punto de inflexión en su vida. Según su madre, desde entonces se volvió más introvertido y solitario. Apenas salía de su habitación para molestar a sus hermanos. En el colegio, nadie quería sentarse junto a él.
La confesión de su primera víctima y la inoperancia policial
Robert le confesó un día a su madre que había violado a una mujer en el parque de Plumstead Common. Sin dudarlo, ella lo denunció ante la Policía. A pesar de que se abrió una investigación, cerraron el caso por falta de pruebas. Las autoridades no descubrieron que apenas ocho semanas antes, una mujer de 31 años había denunciado que había sido violada delante de sus hijos en su casa por un hombre enmascarado que la atacó con un cuchillo.
Leé también: Así mataba Mateo Banks, el primer asesino serial de la historia argentina
Aunque para la Justicia era inocente, su madre decidió desvincularse completamente de él y lo echó de su casa cuando él tenía poco más de 20 años. Entonces, a Robert no le quedó otra opción que mudarse a una casa con otras personas, al tiempo que empezó a trabajar en una fábrica de plásticos de la zona.
Sin la contención de su familia, los crímenes empezaron a repetirse, cada vez con características más sádicas y violentas. Co signos de asesino serial, en un cuaderno, empezó a anotar el nombre y la dirección de dónde vivían todas las potenciales víctimas que acechaba.
Las víctimas tenían una característica en común: vivían en la zona de Green Chain Walk (Paseo de la Cadena Verde), una ruta de caminos abiertos repletos de árboles que conecta el sureste de Londres. Un área perfecta para esconderse, atacar a las mujeres y luego huir sin ser visto. Fue entonces que surgió su apodo: “El asesino de la Cadena Verde”.
Los asesinatos y la tardía detención
Durante varios meses, Robert atacó al menos a cinco mujeres, con un cuchillo y un cable. La violencia y el sadismo eran habituales en los crímenes. “Puso una cuerda alrededor de mi cuello y siguió golpeándome en la cabeza”, contó una de las sobrevivientes, que fue violada delante de su hijo de dos años en mayo de 1992.
El primer asesinato llegó en 15 julio de 1992. La víctima fue Rachel Nickell, una joven de 23 años que caminaba junto a su hijo de cuatro años cuando Robert, que estaba escondido entre los árboles, la atacó con un cuchillo. Delante de su hijo, le dio 49 puñaladas hasta matarla y luego la violó. En ese orden cronológico.
Dos vecinos acusaron a Robert Napper como posible autor de los abusos sexuales perpetrados en esa zona. Sin embargo, la Policía lo descartó: su altura era de 188 centímetros, pero testigos habían dicho que el sospechoso medía unos 1,70 metro. En octubre de ese año fue arrestado por acosar a una mujer y luego fue condenado por posesión de armas de fuego. Pasó apenas ocho semanas en prisión y nadie sospechó que fuera el violador en serie de al menos 70 víctimas que buscaban.
Leé también: El asesino solitario que reconoció haber matado a 17 personas, pero nunca supo por qué cometió los crímenes
Luego llegó un doble homicidio. Las víctimas fueron Samantha Bisset, de 27 años, y su hija Jazmine, de cuatro. El 3 de noviembre de 1993, Robert Napper tocó su puerta. Sabía que su marido no estaba. Cuando ella abrió, la atacó con un cuchillo. Le dio 70 puñaladas, la asfixió con un cable, mutiló su cuerpo y le extrajo algunos órganos. Luego violó a su hija, la mató y colocó el cadáver en su cama rodeado de juguetes.
Gracias a una huella dactilar, lograron detener a Robert Napper seis meses más tarde, en mayo de 1994. En su casa no sólo encontraron varias armas, sino también hojas con anotaciones sobre cómo hacer torturas y mutilaciones. Las llamaba “El camino de Mengele”, en referencia al médico nazi que hacía experimentos quirúrgicos con los detenidos en los campos de concentración.
Lo condenaron por los asesinatos de Samantha y Jazmine Bisset, aunque fue enviado a un hospital psiquiátrico y no a prisión. No encontraron pruebas de que hubiera matado a Rachel Nikell, hasta que, recién en 2008, un nuevo análisis de ADN lo vinculó con ese caso. Entonces, Napper admitió los hechos.
“Es demasiado doloroso. Es una parte de mi vida que quedó atrás hace mucho tiempo y no deseo que nunca me la recuerden”, declaró su madre, que lo había denunciado ante la Policía antes de que los asesinatos ocurrieran. Ella quemó todas las fotos de su hijo.
