El accionista siente que no está en los planes
¿Hay un PJ que acude presuroso a dar gobernabilidad o, como cree Macri, se trata de una emboscada? Se sabrá con el tiempo; el expresidente ve ingenuidad e inexperiencia en Francos y Posse
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Un descuido o un desdén deliberado pueden a veces significar lo mismo: Macri se enteró de que Luis Caputo sería ministro de Economía por un amigo, no por Milei. Cuando le contaron, Caputo ya trabajaba desde hacía varias semanas con La Libertad Avanza, y hasta se había contactado con funcionarios del FMI. Macri está enojado, pero no tanto con Milei como con quienes le están armando los equipos, en particular con Guillermo Francos. Ayer, el futuro ministro del Interior, que conoce el léxico empresarial, pareció haber elegido especialmente la metáfora para enviarle un mensaje: “Macri no compró acciones en el gobierno”.
El conflicto estalló antes de lo que se pensaba. El expresidente se queja de que no lo consultan. Hay funcionarios que propuso y a los que los reclutadores libertarios ni siquiera llamaron. Para la AFIP, por ejemplo. “Yo ya pasé por esto: preguntame”, lo oyeron decir retóricamente a Macri, convencido además de que, aunque hiciera lo posible por desentenderse, la suerte del próximo gobierno sería también la suya. “Si le va mal, en tres meses me van a putear a mí”, dijo esta semana.
Pero Milei parece decidido a trabajar otras alianzas. Con el peronismo, por lo pronto. “Prefirió hacer política repartiendo cargos”, dicen en Pro. Macri desconfía de esas fidelidades: supone que, una vez cerrados los acuerdos y otorgado lo que piden, esos nuevos socios se correrán en el momento de, por ejemplo, votar leyes. Y ahí sí, adiós reformas.
Es cierto que, en reuniones privadas, Milei venía hasta ahora con un discurso muy distinto. Decía que, llegado el caso, si le boicoteaban proyectos con toneladas de piedras como a Macri en 2017, su estrategia sería exponer a los responsables ante la sociedad. En Twitter, en los medios y con el respaldo de los votos. Pero algo cambió en estos días. Como si el presidente electo se hubiera percatado de pronto de que con Pro no alcanza y está obligado a negociar.
Por eso tanta tensión para definir la presidencia de las cámaras. Son funciones que pueden condicionar el futuro del programa económico. Cuando, esta semana, Cristina Kirchner publicó en Twitter que ambas designaciones debían corresponder a los ganadores de la elección, los libertarios se envalentonaron, pero en el peronismo cercano a Milei creyeron ver en cambio una jugada envenenada: sospechan que ella quiere forzar una conducción débil y, principalmente, evitar que se divida el PJ. Lo que pasó con Bossio y otros 11 diputados durante el gobierno de Macri. En el trasfondo de esas fricciones subyace también una disputa por el liderazgo de la nueva oposición.
El próximo gobierno necesitará respaldos legislativos. Sus operadores no descartan a nadie. Ni siquiera a peronistas como Juan Manzur, que prevé volver al Senado porque es el suplente de Pablo Yedlin, que asumirá como diputado de Tucumán. El exgobernador habló del tema la semana pasada con Darío Epstein, asesor de Milei, durante la inauguración de un centro educativo de la colectividad judía. Estaban también Waldo Wolff y los embajadores Marc Stanley (Estados Unidos) y Eyal Sela (Israel). “Alguien va a tener que acompañar. ¿Cómo van a aprobar las leyes”, lo escucharon decir ese día a Manzur, que promete sumar gobernadores.
¿Hay entonces un PJ que acude presuroso a dar gobernabilidad o, como dice Macri, se trata en realidad de una emboscada? Se verá con el tiempo. En privado, Macri hace la advertencia a lo Macri: con modos de accionista. Ve ingenuidad e inexperiencia en Francos y en Nicolás Posse, futuro jefe de Gabinete, el dúo formado en empresas de Eduardo Eurnekian. Otro dueño.
Vienen meses difíciles. Es entendible que Milei haya decidido instalar la discusión por la herencia antes de asumir. “El que no tenga un generador vaya comprándolo: no va a haber energía para todos”, les advirtió anteayer Diana Mondino a los empresarios en la Conferencia Industrial. De la motosierra a las velas. Los espera una oposición que no necesita escuchar las propuestas para rechazarlas y movilizarse. ATE, por ejemplo, decidió darle al presidente electo 24 horas de gracia: ya convocó a un paro para el 11 de diciembre, primer día hábil del mandato. “Es contra las medidas que vaya a llevar adelante Milei”, anticipó Soledad Santillán, delegada del gremio. El “vaya” expone el plan.
Y la Uocra sigue en estado de alerta. La alternativa que Milei trae para la obra pública, la inversión privada, no solo podría resultar insuficiente, sino demorar varios meses en llegar. En esa discusión va también el destino de los gobernadores. ¿Podría negociar la Casa Rosada adhesiones en el Congreso sin tener fondos que repartirles a las provincias? Habrá que prestarles atención a otras fuentes de recursos. A organismos multilaterales, como el BID, la CAF o el Banco Mundial, por ejemplo. Diana Mondino, futura canciller, acaba de pedir para su área la Secretaría de Financiamiento Internacional, que gestiona esos préstamos. Es una dependencia sensible: Gustavo Beliz, que la tuvo entre sus atribuciones en la Secretaría de Asuntos Estratégicos, abandonó el Gobierno cuando asumió Massa y tuvo que cedérsela. El ministro nombró ahí a Leandro Gorgal. Mondino deberá disputarla ahora con Caputo y con otro que también la pretende: Guillermo Ferraro, líder de la cartera de Infraestructura.
Ferraro, que condujo durante 13 años KPMG, es hasta el momento el funcionario con más atribuciones. Tendrá a su cargo Energía, Minería y proyectos que incluso anticipan discusiones sobre incompatibilidad. Nada que no les haya pasado ya a otros ministros que venían del sector privado. Por ejemplo, la represa Chihuidos, adjudicada en 2014 a un consorcio que integran Helport, de Eurnekian, y Panedile, de Hugo Dragonetti, y para la que KPMG hizo en su momento un estudio de factibilidad que se paga con un success fee o remuneración por resultado. La obra incluye un proveedor alemán, Voith, que tiene como socio en 35% a Siemens y viene con un préstamo de la Agencia de Exportaciones de Alemania. Más trabajo para la Secretaría de Financiamiento.
Conseguir esos fondos dependerá en gran medida de la estrategia internacional, que deberá aplicar la Cancillería, donde ya se preguntan, por ejemplo, por qué no se incluyó a Mondino en el viaje de Milei a Estados Unidos. Es un ámbito decisivo, el de la geopolítica, en el que falta todavía definir áreas como la de Defensa o la de Inteligencia. Si, como promete, Milei pretende convertirse en aliado de la Casa Blanca e Israel, tendrá que concentrarse especialmente en los movimientos de organizaciones como Hezbollah y Hamas. Más después del acuerdo entre Bolivia e Irán. ¿Quién estará a cargo al respecto? Victoria Villarruel se enteró hace unos días de que no será ella. Desde ayer se sabe que parte del trabajo, controlar las fronteras, le corresponderá a Patricia Bullrich. ¿Y Defensa, a Luis Petri? Se definirá en horas. Milei tiene con el mendocino una relación personal. Como con Bullrich. Ya se sabe además que decide sin consultar.

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