
Reflexiones e interrogantes para el período de transición
Veamos algunos datos que llaman la atención: Milei-Villarruel ganaron la elección sin colgar un cartel. Habría que dictar un curso para futuros candidatos, así ahorran gastos innecesarios en la política y de paso no contaminan el planeta. La publicidad tradicional ya caducó. Así quedó demostrado y el que lo niegue es porque está interesado en prenderse en la mordida de los multimillonarios fondos de campaña.
Por otro lado, a pesar de que las autoridades radicales convocaron a votar en blanco el 19 de noviembre, el voto en blanco fue escaso en la elección, entonces podemos inferir que los votos del radicalismo fueron a parar a Milei-Villarruel. Conclusión: los militantes y adherentes al radicalismo no obedecen a las autoridades partidarias.
Otro dato es que en la provincia de Santa Fe, la misma ciudadanía que antes votó a socialistas, ahora votaron a radicales en el frente y finalmente a libertarios. En definitiva, nadie es dueño de los votos. Otra lectura es que la gente en su desesperación pone el voto al que venga con la propuesta más convincente. ¿La vara está alta? ¿O no hay vara? ¿El futuro político va hacia procesos de homogeneidad o heterogeneidad política? Son algunas preguntas en el tintero.
Lo interesante es observar como se integran algunos sectarios socialistas con liberales de vieja cepa en los denominados frentes electorales, ya puestos a gobernar, y como se organizan cuando el Arca de Noé haya desembarcado en las playas de la gestión. ¿Hacia dónde vamos? ¿cómo convive la gestión de repartos con la gestión del rumbo de gobierno? ¿o será que cada kiosco venderá sus productos según conveniencia? ¿tendremos autoridades o estarán condicionados por la cláusula gatillo: me tocás el kiosco y se arma la gorda?
Como dice la voz en el GPS: “recalculando” en función de lo que se viene con las nuevas gestiones provinciales y nacional.
La mala praxis epidemiológica y sanitaria durante la pandemia y sus consecuencias económicas se pagó muy caro en esta última elección. ¡Afuera los defensores de la cuarentena eterna! ¡Afuera los encierrasanos! ¿O acaso creen que la política de salud durante la pandemia no fue plebiscitada y no tuvo injerencia alguna en el resultado electoral?
Con las libertades no se juega, porque es lo más preciado del ser humano.
Además, se observa que el voto ya no está atado a preceptos ideológicos, sino a una pragmática decisión del momento.
Se sabe que el estado y los privados son mutuamente interdependientes en cualquier modelo de economía capitalista o cuasi capitalista. Tienen una relación estrecha, son anverso y reverso de la misma moneda, por eso algunos funcionarios se confunden y en cierto momento no saben para quien están jugando. A la mañana funcionan para el estado y a la tarde para el privado. El problema lo tienen al mediodía. No saben para donde agarrar. ¿Cómo resolvemos este conflicto de intereses y la doble pertenencia?
Cuando hablamos de corrupción debemos ser justos en señalar que es el resultado de la participación mixta, un verdadero emprendimiento público-privado, un mutuo acuerdo para la corrupción. Es tan corrupto el funcionario público como el empresario que participa.
Al cumplir cuarenta años de democracia, podemos decir que seguramente tendremos muchos más. Pero la pregunta es: ¿quién elige a los que van a ser elegidos? ¿quiénes llegan a ser parte del lote candidato a ser elegido? El problema no pasa por si tenemos un estado socialista o liberal, el problema es si tenemos un estado de corrupción o no. Si adoptamos un sistema rotatorio para la elección de autoridades y pasan a ser elegidos por sorteo vamos a obtener mejores resultados que si nos organizamos por partidos corruptos de dudosa democracia interna. En algunos casos con menos democracia interna que un sindicato cualquiera. Viene bien recordar que existe la posibilidad de elegir representantes a través de la lotocracia o demarquía, es decir elegir autoridades por sorteo dentro de un amplio abanico de ciudadanos, para que tengan igualdad de oportunidades a ser elegidos en una representación temporaria. Eso asegura el recambio y se evita la tentación totalitaria de los mesiánicos adictos al poder y a la corrupción consuetudinaria que en la Argentina viene desde el origen mismo de su historia.
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