Día Nacional del humorista

Redacción

Por Armando Mario Márquez *

El Día Nacional del Humorista se celebra en nuestro país cada 26 de noviembre, fecha elegida por coincidir con el natalicio del humorista gráfico y escritor rosarino Roberto Fontanarrosa, quien naciera en 1944, en esa misma ciudad santafesina de la costa del Río Paraná que lo viera morir el 19 de julio de 2007.

Ello por imperio del dictado de la ley número 27.100, sancionada por el Congreso Nacional el 17 de diciembre de 2014 (B.O. # 33059 del 28 de enero de 2015), cuyo artículo inicial dice que “institúyase el día 26 de noviembre de cada año como Día Nacional del Humorista, en conmemoración del humorista gráfico Roberto ‘el Negro’ Fontanarrosa”.

Creo oportuno aclarar que la figura elegida lo es sin perjuicio de la admiración general que los argentinos sentimos por otros colegas suyos del humor gráfico que descollaron en nuestro medio como, Caloi (otro ‘Negro’), Landrú, Alberto Cognini, Crist, Tabaré, Dobal, Lino Palacio, Dante Quinterno, Nik, Divito y muchos otros más, sin olvidar a la innumerable cantidad de figuras que descollaran en otras facetas del difícil arte de sacarnos una sonrisa en los diversos medios de comunicación más allá del campo gráfico.
Pese a ello su icónica figura se erigió como una suerte de “primus inter pares” y su forma especial de hacer el humor y por sobre todo de describir desde ese enfoque tan especial a la vida cotidiana de los argentinos, lo puso como una especie de síntesis de todos aquéllos quienes ha hecho, hacen y harán el intento de provocarnos comicidad y alegría.

Los personajes a los que su virtuosa pluma daba vida eran capaces de generar que junto a la buscada sonrisa apareciera un momento de reflexión, aún planteada desde el campo de lo absurdo, tal lo profundo de su arte humorístico.

Sus trabajos, personajes y obras son innumerables, pero tal vez lo que más ha quedado impregnado en nuestra memoria colectiva, haya sido, su participación en el Congreso Internacional de la Lengua Española llevado a cabo en nuestro país en el año 2004, en el que le tocó exponer sobre las llamadas “Malas Palabras”, de lo cual me permito transcribir una parte: “me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral? Obviamente, no se quién las define como malas palabras. Tal vez sean (ellas) como esos villanos de viejas películas, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros, al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas”, adviertan ustedes como alternan en su prosa -que me permito aconsejar su lectura “in totum”- momentos que nos generan diversión y reflexión.
Que cada 26 de noviembre evoquemos, con respetuoso recuerdo, a todos aquellos que hacen un arte al arrancarnos una sonrisa

*Presidente de la filial Neuquén de la Socidad Argentina de Escritores (SADE)


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