Una de las grandes enseñanzas de Jesús a lo largo de su vida terrena es enseñarnos a ser servidores unos de otros. El famoso Mesías esperado durante siglos y siglos en Israel "llegado el tiempo oportuno" apareció en medio de los hombres diciendo estas palabras: "El tiempo se ha cumplido, el Reino de los Cielos está cerca…" (Mc 1,15). 

El Hijo de Dios se presenta como aquel que viene anunciar el Reino del Padre pero Él es el Rey que vino a vivir en medio de los hombres. Ese Rey que vino al mundo en término de humildad y sencillez. Nació en un pesebre, es decir, en el lugar donde comían los animales, nació de padres pobres como eran José y María y vivió una total vida de despojo. Un escriba le preguntó a Jesús: Maestro, te seguiré adonde quiera que vayas, Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo un nido, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza" (Mt 8,20). En la liturgia de Navidad decimos: "Tú que siendo rico te hiciste pobre, tú fuerte te hiciste débil, tú que siendo grande te hiciste pequeño". 

"Decir autoridad es tener claro la perpetua y constante búsqueda del bien desinteresado de los demás… 

La autoridad no se compra, sino se gana con el respaldo del buen obrar y las transparencia en todo" 

Este Jesús pobre y despojado fue la "autoridad" de todos los tiempos. Y como autoridad vino a lavar los pies a sus discípulos y en la figura de ellos a todos los hombres de la historia. Decir autoridad es tener claro la perpetua y constante búsqueda del bien desinteresado de los demás. La autoridad no se compra sino se gana con el respaldo del buen obrar y las transparencia en todo. Quien verdaderamente tiene autoridad produce paz y concordia en el ambiente. El hombre de autoridad es aquel que ganó este calificativo siendo verdadero y transparente en todas las caras de la moneda de su vida. Jesús fue el hombre de una sola cara. La autoridad que tuvo Jesús se tradujo en una entrega sobria y sincera de su propia vida. Jesús como hombre de autoridad lo dio todo y terminó su vida suspendido en la cruz extendiendo sus brazos entre el cielo y la tierra, ¿acaso esto no es autoridad? 

Los discípulos se peleaban para ver quién era el primero y quién estaría sentado más cerca de Jesús en el Reino nuevo, pero Jesús les responde: "El que quiera ser grande que se haga pequeño y el que quiera ser primero se haga el último y servidor de todo". Todos queremos ser grandes y primeros y para alcanzar este objetivo el ejercicio es ser último y servidor. 

Jesús, hombre de autoridad, vivió siempre en la verdad y se definió como la Verdad (Jn 14,6) y toda su vida fue buscar el bien común universal de los hombres. La autoridad construye cercanía, amor, hasta el olvido de sí. El papa Francisco afirma: "La grandeza humana se mide por cómo se sirve o se ayuda a alguien que no puede ofrecer nada a cambio".

 

Por Fabricio Pons 
Párroco Santa Bárbara de Pocito