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El teorema de Baglini, la debilidad política de origen y la necesidad de negociar el gabinete

El teorema de Baglini, la debilidad política de origen y la necesidad de negociar el gabinete

Javier Milei

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

24 de Noviembre de 2023 | 02:18
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El Javier Milei que fue candidato a presidente, sobre todo en la primera parte de la campaña, no parece el mismo Milei que es jefe de Estado electo. Se notó en esta primera semana luego de su consagración. Moderó su estilo volcánico, reformuló ciertas máximas de su discurso electoral que sonaban demasiado rupturistas, nunca apareció desbordado.

Es verdad que seleccionó cada una de sus apariciones en canales que le aseguran cierto respeto a su nueva investidura. Nunca irá Milei en esta primera etapa exploratoria de lo que se le viene a un ámbito hostil que para él, más que crítico, siempre será un reducto militante del actual oficialismo.

En esas primeras incursiones e incluso en reuniones reservadas, el libertario parece encarnar el ejemplo perfecto del famoso Teorema de Baglini, aquella proposición que le debe su nombre al histórico dirigente del radicalismo mendocino.

Baglini decía que el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder. O, lo que es igual, el discurso se modera y se hace más realista a medida que se acerca el ejercicio concreto de la Presidencia.

¿Pragmatismo puro? Por ahora nadie se anima a decir si Milei, un recién iniciado en la política, es un líder pragmático porque pocos lo conocen realmente. Habrá que darle tiempo.

Así, la dolarización ya no es algo imperioso, la eliminación del Banco Central se hará más adelante, nadie se acuerda de los vouchers educativos y el verdadero problema es solucionar el tema Leliqs, bajar el déficit fiscal achicando el gasto, controlar la inflación. Algo absolutamente racional pero que requeriría de algo que Milei no tiene comprado sólo por haber ganado el balotaje: fortaleza política que se refleje en el Congreso, la calle y el territorio en el interior.

EL MANDATO DE LAS URNAS

Los que lo tratan dicen que, sin embargo, Milei tiene perfectamente claro el mandato que le dieron las urnas: cambiar lo que había hasta ahora. La famosa demanda de cambio. Es su herramienta negociadora. El mismo se ha pavoneado frente a la cámara: “Es la primera vez que un candidato presidencial gana diciendo que va a hacer un ajuste”, le dijo a Fantino. Y tiene razón. Hasta fue grotesca la metáfora de la motosierra para ejemplificar el recorte que se vendría. Y le ganó a alguien, el peronista Sergio Massa, que hacía lo contrario y proponía aún más platita.

El libertario entendería que ahí está la clave de la dimensión de su mandato electoral. Maximiliano Aguiar, titular de la Asociación de Consultores Políticos de Argentina, opina lo siguiente: además de votarlo para que se vayan “los que están”, una porción importante de la ciudadanía le dio el aval para resolver cuestiones que hoy se perciben como problemáticas muy complejas. “Una es la inflación y otra el rol del Estado en términos de subsidios, planes y demás formas de gasto sobre dimensionado”, explica.

Agrega: “Pero Milei no debería pensar que el nivel de apoyo con el que cuenta es el casi 55% que obtuvo en el balotaje. Debería mirar a la primera vuelta. Y salir a conseguir más sustento”.

Es por eso que ya está decidido en el mileismo que, luego de asumir, el presidente electo saldrá a contarle a la gente el detalle de la situación endeble de la economía que recibirá de Massa, se mostrará idóneo para resolverlo pero pedirá confianza y paciencia, éste último un ítem siempre incierto. Y también procurará jugar en serio a la política, haciendo alianzas que van contra su prédica inicial anti-casta. Juntándose incluso con sus rivales de la reciente elección.

De la mano de Macri, el PRO quiere cobrar su rol de casi hacedor del nuevo mandatario. Ayer se libraba en un hotel porteño una verdadera batalla entre el macrismo y los libertarios por la próxima presidencia de la Cámara de Diputados. Vital para aprobar el paquete de leyes de reformas. Los amarillos exigen a Cristian Ritondo allí. Los mileistas hablan del experimentado peronista Florencio Randazzo, toda una sorpresa pero con cierta lógica si se piensa que el gobierno necesitará zurcir consensos no sólo con PRO y parte de los radicales sino también con sectores peronistas no kirchneristas. Milei no tiene alguien de ese perfil entre los propios.

MACRI PARECE UN PAC-MAN

Macri parece un pac-man en las negociaciones frente a un Milei que pretendía no entregar las primeras líneas del próximo gabinete. Teme que se lo vea como a un presidente títere. Macri está dispuesto a no aparecer como el titiritero pero, debido a la endeblez política del espacio violeta (más que un partido, un grupo de gente), finalmente logrará puestos clave para su grupo de leales.

En Economía Luis Caputo es casi una fija; Demian Reidel -ligado al PRO pero amigo de Milei- en el Banco Central y, claro, Patricia Bullrich en el ministerio de Seguridad. Tal vez el mayor golpe de efecto que pueda capitalizar el nuevo presidente. La Anses, de donde salió eyectada la mileista Carolina Píparo luego de sonar por un par de días, recaería en el PJ de Juan Schiaretti y Randazzo.

En algunas de sus apariciones mediáticas de esta semana, el libertario no pareció tomar real dimensión de que ya se terminó la campaña. Que ahora habla el próximo jefe de Estado. Así, fue muy ambiguo respecto a si pagará o no el aguinaldo a los empleados públicos a fin de año, lo que le generó la apertura de un conflicto con el gremialismo antes de decir “Sí, juro”. Finalmente aclaró que lo hará, pero la semilla de la “resistencia” de los sindicatos, que por naturaleza serán filosos, ya estaba echada.

LA OBRA PÚBLICA

Otra: anunció que ya no habrá obra pública financiada por el Tesoro. En la necesaria etapa de ajuste que se viene porque “no hay plata”, Milei ve eso como un gasto. No una inversión. Puede tener lógica numérica, pero una declaración así siempre tendrá consecuencias políticas. Y la tuvo. El gremio de los albañiles, comandando por Gerardo Martínez (uno de sus nexos con la CGT) se puso en alerta. Y desde la Cámara de la Construcción su titular, Gustavo Weiss, lo apuró diciendo que se han disparado telegramas de despido entre los trabajadores del sector.

Tal vez es en estos detalles donde se nota el perfil de recién iniciado del nuevo presidente. Quien, por cierto, tuvo el buen gesto de visitar al actual mandatario, Alberto Fernández, para simbolizar el inicio de la transición. Y, según ha trascendido, reflexionar sobre ciertos consejos que le habría dado para así rever algunas promesas de su etapa de candidato. Como la inconveniencia de romper relaciones con Brasil o China, los principales socios comerciales de la Argentina.

 

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