El Ford Falcon fue uno de los autos más populares y exitosos de la industria automotriz argentina. Se fabricó entre 1962 y 1991, y se vendieron más de medio millón de unidades. Sin embargo, este modelo también tiene una historia oscura y trágica, que lo vincula con la represión ilegal y los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico militar que gobernó el país entre 1976 y 1983.
Durante esos años, el Ford Falcon verde se convirtió en el vehículo preferido por las fuerzas armadas y de seguridad para realizar los operativos de secuestro, tortura y desaparición de miles de personas, que eran consideradas opositoras o subversivas por el régimen.
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El Falcon verde era usado para patrullar las calles, intimidar a la población, trasladar a los detenidos a los centros clandestinos de detención y ejecutar a los desaparecidos en los llamados “vuelos de la muerte“.
Fue así como ese coche se transformó en un símbolo del terrorismo de Estado, que generaba pánico y angustia en quienes lo veían pasar. Muchos testimonios de sobrevivientes y familiares de víctimas dan cuenta de la presencia ominosa de este auto en los momentos más dramáticos de sus vidas. Además, el Falcon verde evidencia la complicidad que existió entre la dictadura y algunas empresas, como la Ford, que proveyó de estos vehículos al Estado y que incluso instaló un campo de concentración dentro de su planta fabril, donde se torturó y asesinó a trabajadores y delegados sindicales.
EL SECUESTRO DE WALSH
Una de las historias más emblemáticas que relacionan al Ford Falcon verde con la dictadura es la de Rodolfo Walsh, periodista y escritor, que fue secuestrado y desaparecido el 25 de marzo de 1977, un día después de haber difundido su Carta Abierta a la Junta Militar, en la que denunciaba los crímenes y las atrocidades del régimen. Walsh fue interceptado por un grupo de tareas que se movilizaba en un Falcon verde, cuando salía de una estación de subte en el barrio de San Cristóbal, en Buenos Aires. Según algunos testigos, Walsh intentó resistir y disparó contra sus captores, pero fue herido y subido al auto, que se alejó a toda velocidad. Su cuerpo nunca fue encontrado.
El “Falcon verde” es hoy un recordatorio de la memoria histórica y de la lucha por la verdad y la justicia. En algunos lugares, como el Parque de la Memoria, en Buenos Aires, se exhibe uno original, que fue utilizado por la dictadura, como una forma de homenajear a las víctimas y de concientizar a las nuevas generaciones sobre el pasado reciente.
También hay iniciativas artísticas y culturales que utilizan al simbólico vehículo como una metáfora de la violencia y la resistencia, como la obra de teatro llamada justamente “Falcon verde”, de Alejandro Finzi, o el documental “Falcon, la historia oculta“, de Jorge Denti.
El Falcon verde es, sin duda, un auto que marcó la historia argentina, pero no por sus cualidades técnicas o comerciales, sino por su rol en la represión y el genocidio. Es un coche que no se puede olvidar, porque representa una herida abierta que sigue reclama memoria y justicia.
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