Este mes se cumplirán 12 años desde el día en que el sacerdote Sigfrido Moroder, Chifri para todos, abandonó este mundo. Las añoranzas no cesan en el entorno de este cura superlativo, este hombre de Dios que amó demasiado a los salteños de la Quebrada del Toro, a quienes los hizo visibles, les mostró el camino de la prosperidad y les evitó el desarraigo. Los frutos y las flores de su siembra son abundantes.
inicia sesión o regístrate.
Este mes se cumplirán 12 años desde el día en que el sacerdote Sigfrido Moroder, Chifri para todos, abandonó este mundo. Las añoranzas no cesan en el entorno de este cura superlativo, este hombre de Dios que amó demasiado a los salteños de la Quebrada del Toro, a quienes los hizo visibles, les mostró el camino de la prosperidad y les evitó el desarraigo. Los frutos y las flores de su siembra son abundantes.
Con el fin de convocar su recuerdo, integrantes de la Fundación Alfarcito y del grupo de trekking Happy Feet, se unieron en una caminata desde Santa Rosa de Tastil hasta el Qhapaq ñan (Camino del Inca), recorriendo 18 kilómetros por un camino que trepaba aproximadamente 937 metros, desde los 3491 hasta los 4249 msnm. Esta actividad les demandó cuatro horas y media, con fuertes vientos y altas temperaturas por la cercanía con un sol radiante. "La idea era ir tras los pasos del Padre Chifri que cuando llegó a los cerros de Rosario de Lerma, se dedicó a recorrer cada camino y senda para conocer hasta el último rincón del vasto territorio que le había sido asignado y sobre todo, acercarse a cada solitario vecinos de la Quebrada del Toro", contó Carlos Figueroa, vocero de la Fundación Alfarcito.
Agregó: "Con su sombrero, la mochila, un rosario y una carpa para dormir en donde la noche lo sorprendiera, se adentró a lugares inimaginables. Él llegó a cada hogar perdido en medio de la nada, de esta manera conquistó el corazón de las familias y los maestros de las escuelas del lugar".
Sobre la caminata, Figueroa señaló: "Se conformó un excelente grupo, con la premisa de preservar el ambiente, las ruinas arqueológicas, y no dejar ningún desecho. Ahí todos podíamos imaginarnos el valor y el amor del Padre Chifri para recorrer la zona en soledad, explorando sin contar con medios para orientarse. Sin embargo, el los encontró a todos, los unió y los fortaleció. Su obra misionera fue un éxito, y su compromiso con las comunidades fue tan profundo que perdura 12 años después de su muerte".