La oclocracia es la forma de gobierno caracterizada por ser la masa popular quien controla al poder. Esto, de forma anárquica y violenta. Es un sistema que pertenece a la anaciclosis de Polibio (140 aC). Oclocracia es un término que proviene del griego, etimológicamente se compone de ochlos, muchedumbre, y de kratos, poder. Por tanto, literalmente, este concepto significa el poder de la muchedumbre, es decir, el Gobierno que depende de la masa. Se refiere a cuando la masa, la muchedumbre o el gentío, tiene el poder y ejerce su fuerza contra el resto. Para Aristóteles la oclocracia es el sistema terminal y la máxima degradación de la demagogia.

Realmente no entiendo qué nos pasó a los argentinos, no sé en qué momento dejamos de lado nuestro orgullo y comenzamos a perder la dignidad, no entiendo en qué momento pasamos de "mi hijo el doctor" a mi "hijo el planero", recuerdo que mis padres todo su esfuerzo se concentraba en inculcarme la necesidad del estudio, del progreso por esfuerzo propio, del respeto hacia el prójimo, se ufanaban por que tuviera valores de dignidad, honestidad, del respeto hacia el resto del conjunto social y sin embargo parecería que todo eso cambió por padres que hoy le dicen a su prole, "andá rápido a inscribirte en el Progresar" o "no te olvidés de anotarte en el IFE". La no cultura nos ha invadido, la mediocridad ha corroído el tejido social y cultural de nuestra sociedad. Pasamos de ser "Argentina la grande" a ser "Argentina planera y un país bananero".

LA CONTRACULTURA

En esta Argentina decadente por más de siete décadas, tal vez, podemos hacer nuestras las definiciones del periodista español Jesús Quintero, "El loco de la colina" (desaparecido en octubre del 22), sostenía en sus habituales monólogos televisivos que: "Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se había vivido como una vergüenza; nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un put… libro en su jodida vida. De no importarle nada que pueda oler levemente a cultura. Los analfabetos de hoy son los peores, porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación; saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos. La televisión cada vez se hace más a su medida; las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera. El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es superficial, frívolo, elemental, primario para que ellos puedan entenderlo y digerirlo. Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura, la que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas. Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco; a los que aspiramos a un poco más de profundidad. Un poquito más, hombre, un poquito más, un poquito más, hombre".

 LA CULTURA

Necesitamos imperiosamente volver a la "Argentina de la cultura". La cultura es esencialmente expresión de nuestros esfuerzos. Domingo F. Sarmiento sostenía: "Quien no conoce su pasado, no sabe vivir el presente ni proyectarse en el futuro". Es con la cultura con lo que cada uno nos convertimos en lectores, espectadores, ciudadanos curiosos y críticos, y en protagonistas de nuestro presente, capaces de saber de dónde venimos y adónde queremos ir. Sin cultura, como diría el sociólogo Max Weber, "el hombre no habría conseguido lo que ha sido posible, justamente porque ha intentado conseguir lo que parecía imposible".

Sabemos que la solidez de la cultura aporta muchos beneficios al conjunto de la sociedad. Es cierto que no podemos demostrar que la participación cultural ayude a reducir, por ejemplo, el número de reincidentes en determinados tipos de delito, pero sí sabemos que cuando a un barrio del país lo equipamos con una buena biblioteca estamos construyendo el primer espacio de integración social para mucha gente.

Lo cierto es que hoy debemos evitar a toda costa el avance de este pseudo progresismo que no sólo alimenta la falta de conocimiento, sino que también desea reescribir la historia y hasta la modificación de nuestro idioma.

 

Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista