Juan Bautista Alberdi, en sus escritos, hace una diferenciación crucial entre libertad externa e interna, explicando que si bien en 1816 se consiguió la independencia del español, "aún queda por conquistar la libertad interior, la cual implica el aprender a ser libres".

El denominado "plan platita", que, entre otros motivos, le permitió al ministro candidato Sergio Massa ganar la primera vuelta, mereció una reflexión del analista Durán Barba, a la que ya hicimos mención en una nota anterior. Habida cuenta de que la oposición votó en contra de la iniciativa de pisar tarifas, bajar impuestos y otorgar bonos extras, el ecuatoriano dijo "Juntos por el Cambio fue responsable con el futuro, pero irresponsable con su campaña". Está claro, decía, que si uno dice "te doy 10 dólares", y hay otro que dice "yo lo voy a impedir", indudablemente la gente optará por el primero. Es lo que pasó, sumado al episodio del boleto a 1.100 contra el boleto a 70. Massa apeló al bolsillo de la gente, que habrá sentido un alivio que todos saben "es pan para hoy y hambre para mañana". Pero está visto que el mañana importa, pero mucho más el presente.

Esta reflexión me llevó a comparar este temperamento de Massa, con el que adoptó el gobernador Sergio Uñac, en el conflicto con los docentes, en las semanas previas a la elección. No me cabe ninguna duda que ese conflicto, que duró más de lo aconsejable, dañó la imagen de Uñac, y fue una de las razones, entre otras, que lo empujó a la derrota. Dicho esto, sin emitir juicio de valor sobre la correspondencia de ese reclamo, que se debió a causas justas indudablemente. Lo que sí creo, es que Uñac se comportó como un administrador serio, que debió cotejar ese reclamo con la generalidad de compromisos que debe enfrentar su gobierno. Le hubiera sido mucho más fácil acceder al pedido, yendo por el camino de la complacencia, como hizo Massa. El no hacerlo, y mostrarse como un negociador duro, le costó acaso la gobernación y quizás ya nadie se acuerde de esa actitud, "responsable con el futuro, pero irresponsable con su campaña", como aseveró Barba.

La política ejercida inescrupulosamente alimentó la actitud menesterosa a cambio del voto. Método ruinoso de ganarse la voluntad popular, con el precio de pagar con una vida de pobreza, cuando no de indigencia.

Libertad interna y externa

Dicho esto, y pensando en lo que conformaría la idea de un país en serio, ordenado, orientado hacia el progreso y el bienestar de la población, me vinieron a la memoria estas reflexiones de Juan Bautista Alberdi, hechas cuando la patria florecía y buscaba su identidad. En sus escritos hace una diferenciación crucial entre libertad externa e interna, explicando que si bien en 1816 se consiguió la independencia del español, "aún queda por conquistar la libertad interior, la cual implica el aprender a ser libres". 

Alberdi veía peligroso buscar en nuestros nuevos gobernantes un reemplazo del estilo "paternalista" que caracterizó el régimen colonial anterior. "La espada, pues, en esta parte cumplió su misión. Nuestros padres llenaron la misión más gloriosa que un pueblo tiene que llenar en los días de su vida". Y agrega esta significativa frase. "Una sien de la patria lleva ya los laureles de la guerra; la otra sien pide ahora los laureles del genio". 

O sea que reclamaba la hora de que la espada dejara su rol libertario, para dar paso al genio, al pensamiento creador, y la acción subsiguiente, que sería realmente afianzar la independencia. 

Alberdi notaba con preocupación cierta mentalidad mendicante en los pobladores de ese entonces. Que se habían acostumbrado a que el poder colonial se responsabilizara de sus necesidades diarias y futuras. Ahora, desplazado ese poder, había que caminar apoyado en sus propias piernas. Como cuando "largan" a un niño a caminar solo. Era todo un desafío eso de ser y ejercer la condición de libres. 

La política inescrupulosa

No hay que indagar mucho en la historia, para comprobar que esa actitud mendicante hacia quienes ejercen el poder, aún permanece vigente en una parte importante de la población. La política ejercida inescrupulosamente alimentó esa actitud menesterosa a cambio del anhelado voto. Método ruinoso de ganarse la voluntad popular, con el precio de pagar con una vida de pobreza, cuando no de indigencia.

Pensando en el futuro de Latinoamérica, concluía Alberdi que "la inteligencia americana quiere también su Bolívar, su San Martín. La filosofía americana, la política americana, el arte americano, la sociabilidad americana son otros tantos mundos que tenemos por conquistar". Nosotros también. Aún no somos libres, si dependemos de alguien. Salvo situaciones de invalidez o de desigualdad forzada por razones extras al individuo, los gobiernos deben alimentar en la población el espíritu de labrarse su propio porvenir y asegurar su propio sustento, que es ya una política de orden cultural. 

La que hace al verdadero progreso de los pueblos.

 

Por Orlando Navarro
Periodista