Mayor respeto a las plazas del casco urbano y más espacios verdes en la periferia

Una vez más vecinos del barrio ubicado en torno a la plaza Malvinas reclamaron por el descontrol que originan los recitales nocturnos organizados en ese paseo público, ya sea por los ruidos molestos que causan esos encuentros masivos como por la sucesión de otros trastornos que afectan gravemente la calidad de vida de la zona.

Tal situación, que no es nueva y podría reiterarse este mismo fin de semana según advirtieron, se presenta en una ciudad que en su damero original cuenta -y esa es, acaso, una de sus virtudes urbanísticas más fidedignas-, con una plaza cada seis cuadras, además de otros paseos y el aporte de las ramblas en sus avenidas principales y perimetrales.

Sin embargo, algunas de las plazas que provienen desde la época de la fundación ven desnaturalizada su misión esencial de esparcimiento para todo público por la presencia de verdaderos mercados persas, como ocurre, entre otras, con las plazas Italia y San Martín, cuyo uso público se encuentra virtualmente neutralizado por la venta informal, con instalación de gazebos y manteros que venden todo tipo de mercadería y que, sumados, hacen desaparecer virtualmente más de la mitad de la superficie de esos paseos.

Otros problemas que padecen las plazas, como la Malvinas, es la realización en ellas de recitales o ruidosos encuentros nocturnos: “la Plaza no es escenario para festivales con música a volúmenes intolerables, para eso hay otros predios mucho más grandes y alejados de los vecinos. Somos gente que necesita trabajar, estudiar, descansar y, además, hay vecinos con problemas gravísimos de salud, hasta enfermos terminales”, dijeron quienes viven cerca de ese lugar.

A su vez, en la periferia platense, en sus barrios y, ya más alejadas, en varias localidades, se permitió un crecimiento urbanístico inorgánico que no previó la existencia de espacios verdes. Se ha dado el caso, inclusive, de que algunos de los lugares previstos para la construcción de una plaza, se convirtieron en una cancha de fútbol o fueron destinados a otros fines.

Corresponde reseñar que en la mayoría de las pocas plazas existentes en el Gran La Plata, ellas surgieron luego de reclamos formulados durante muchos años por distintos vecindarios. En una Ciudad que fue vanguardia en esta materia, no se logró que la zona suburbana habilitara la presencia de plazas y otros espacios verdes, en una política que hoy es prioritaria en muchas ciudades del mundo.

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Está claro que los espacios verdes, los paseos y la cantidad de árboles en zonas urbanas constituyen un recurso indispensable para mejorar la calidad de vida y lograr una mejor salud física y espiritual en la población. Existen fórmulas estimadas, como la de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda a los municipios que dispongan, como mínimo, entre 10 y 15 metros de áreas verdes por habitante. La inmensa mayoría de ciudades, La Plata entre ellas, está muy por debajo de esa previsión.

Un mayor respeto hacia el destino que le corresponde a las plazas del casco histórico platense y, a la vez, una suficiente disponibilidad de plazas, paseos y espacios verdes en las localidades y barrios de todo el distrito, parecen marcar una fórmula concreta y accesible para mejorar la calidad de vida de centenares de miles de personas.