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Una app de citas extraconyugales encuestó a usuarios argentinos. El 78% reconoció que los problemas económicos complicaron su vida amorosa. Los sex shop de la Ciudad sumaron promociones, aunque faltan muchos productos por el cepo importador. La opinión de una sex coach y de psicoanalistas locales
Caterina Tartaglia y su mamá, Sandra Peralta, abrieron un sex shop en La Plata hace tres años
Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com
Una aplicación que fue diseñada para concretar encuentros extraconyugales realizó una encuesta entre 5.100 usuarios argentinos para saber qué impacto tuvo o tiene en su vida sexual la profunda crisis económica que sacude al país desde hace tiempo. Los resultados fueron muy interesantes. El 78% de los entrevistados confirmó que esta problemática complicó su vida amorosa, principalmente a la hora de conocer gente nueva. El 74% reconoció que redujo la frecuencia de salidas a restaurantes. Y, de ese total, la mitad dijo que solía disfrutar de cenas románticas como parte de su rutina.
Pero el dato más llamativo del relevamiento es que el 45% de los participantes admitió haber padecido una disminución en su deseo sexual en medio de la crisis, que adjudica a “la preocupación constante por los problemas financieros, el estrés y la incertidumbre económica”, detalla el informe de la plataforma Gleeden.
“Somos seres holísticos y es difícil dejar de lado la mente”, reflexiona la sex coach Mariela Tesler, “no es tan simple como llegar a tu casa, dejar de lado los problemas y decir ‘cambio el switch para ponerme a disfrutar’. Se puede hacer con ejercicio de mindfulness, de respiración, de meditación y una toma de conciencia para estar en el momento presente, pero todo esto pasa a un segundo, tercero o cuarto plano si tenés las necesidades básicas insatisfechas”.
Para esta popular sex coach que nació en La Plata y recorrió ya más de 20 países con sus mentorías, la clave está en “distraer al distractor o a ese pensamiento que te impide conectar con el placer y con las sensaciones, incluso estando con el amor de tu vida”, porque “el ruido mental es lógico. Sería raro que no sucediera” en el contexto actual.
La psicoanalista Gabriela Aristegui confirma que la crisis económica “impacta muchísimo y es un tema muy recurrente en terapia en los últimos meses, especialmente expresado en bronca. Lo que se escucha es una profunda desazón, que no deja lugar a la libido para muchas cosas más que para la diaria”.
“Por eso -remarca la profesional- el deseo sexual queda postergado o inhibido por la apatía, abulia o desgano”.
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Aclara que las consultas por falta o caída en el deseo sexual “no suelen ser puntuales”, al menos en su experiencia, pero sí advierte “una falta de deseo en general”. Lo sexual, en todo caso, “es un síntoma por las preocupaciones o incertidumbre, sobre todo entre los hombres”.
De la encuesta que la aplicación Gleeden realizó el pasado mes de septiembre se desprende también que la inestabilidad económica le pega de lleno a la capacidad de disfrutar de actividades recreativas fuera de casa, de modo que el 92% de los usuarios que se dispuso a encontrar nuevos amantes afirmó buscar alternativas. Dicho de otro modo, cambiaron los bares y restaurantes por sus casas, autos o espacios públicos para reducir el presupuesto en salidas.
Mariela Tesler describe a las fluctuaciones en el deseo de los últimos años como “la línea de un electrocardiograma que fue subiendo y bajando, en función de diferentes cosas. Cuando terminó la pandemia la gente volvió a conectar después de que muchas parejas se divorciaron por convivir tanto tiempo con falta de espacio; mujeres compraron su primer juguete sexual y hubo un auge de placer y de disfrute por toma de conciencia; un volver a conectar con los cinco sentidos”, argumenta. Pero, como suele pasar, la rutina desactivó aquel primer impulso vital y todo volvió a ser lo que era. O peor.
“Te insertás en la realidad aunque no lo quieras”, completa Tesler, quien sugiere confrontar al contexto “con un trabajo de conciencia plena, para bajar las revoluciones y el estrés, o también buscar ayuda externa”, como asesoramiento profesional, juguetes sexuales o, por qué no, probar con un cambio de escenario. El problema es que todo eso requiere dinero.
Tesler lo nota en la venta de sus cursos online y mentorías -“mucha gente no siente que sea algo de primera necesidad, porque tienen que comer, pagar la luz, el gas o el alquiler”- y algo parecido sucede, por ejemplo, con los albergues transitorios, un sector que desde el arranque de este año manifiesta una tendencia a la baja: 52% de los encuestados por la app de citas declaró haber reducido la frecuencia con la que visitan estos sitios u hoteles a causa de la crisis económica. Se las arreglan para concretar los encuentros en sus propias casas o en un auto.
Los sex shop, también llamados tiendas de bienestar sexual, crecieron de manera fenomenal en su versión e-commerce a partir del confinamiento, la pandemia y la disminución de tabúes, aunque también acusan recibo de la crisis por la caída en las ventas y un cepo importador que les complica la compra de mercadería que en muchos casos no tiene producción nacional.
“Es obvio que en este contexto se priorizan otras cosas y el recorte de gastos incluye este rubro también”, dice Eva, dueña de un sex shop en La Plata, sin pasar por alto que “hay más competencia en el mercado y eso también incide en la baja de la compra”.
Otra cuestión que dificulta su trabajo es “la falta de mercadería, porque los proveedores no entregan especulando con el cambio periódico de precios y al haber muchas cosas importadas, el impacto se nota muchísimo”.
Sin embargo, muchas personas se las ingenian para mantener este consumo sacando provecho de promociones bancarias u otros beneficios. “Usan el descuento de cuenta DNI para comprar algo de mayor costo o también pagan con tarjeta”, explica Guilledo. Con respecto a las razones por las cuales muchos acuden a su local para levantar el deseo, refiere que “no lo asocian a la crisis; sí al estrés laboral”.
Caterina Tartaglia (25) y su mamá, Sandra Peralta (55), abrieron un sex shop en la Ciudad hace tres años, después de viajar a Londres y conocer un negocio que les “voló la cabeza”, recuerda la primera, “porque la gente entraba sin prejuicio y compraba con el local a la calle”.
En plena pandemia, Sandra se decidió a hacer realidad aquella idea arrancando “con cinco productos que les vendíamos a mis amigas y a las de mi mamá por internet”, apunta. Pero ahora ya tienen su propio espacio. A contramano de la crisis, o quizás a causa de ella, “notamos que cada vez más personas vienen en busca de algo que levante el fuego de la pareja, desde juguetes hasta píldoras o gotas afrodisíacas, para no recurrir a fármacos como el Viagra”.
Aclara Caterina que los clientes “no explican demasiado” por qué buscan lo que buscan, más allá de alguna referencia “al paso de los años en la pareja”.
“Algunos también hablan de que al llegar a su casa están cansados o estresados por tantos problemas. Además están los chicos o tienen que buscar un momento o un espacio para disfrutar en pareja”, aporta Sandra, convencida de que un juguete, una lencería especial o un gel pueden resultar de mucha ayuda.
Madre e hija coinciden con Eva en que los precios de la mercadería se dispararon fuertemente porque la mayoría de los productos son importados. “Nos cuesta traerlos y cada vez compramos menos, pero hasta ahora podemos mantenerlo” ofreciendo facilidades de pago, como tres cuotas, cuenta DNI y descuentos por pago en efectivo o transferencia.
A pesar de que el mercado salió de las sombras hace rato, algunos tabúes persisten. “En mi team vienen más hombres que mujeres. Muchas de ellas se quedan en el auto por vergüenza y mandan a las parejas con el screenshot (captura de pantalla) de la página”. Quizás por su edad, Caterina se asombra de que “la masturbación femenina todavía resulte un escándalo”.
La psicoanalista Mariana Pereyra no considera “que haya una proporción directa entre crisis económica y deseo sexual; en todo caso siempre se trata de una crisis del sujeto que puede traducirse en el estancamiento de la libido o deseo sexual; un conflicto que puede estar atravesado por una coyuntura de contexto social, político o económico”.
En el consultorio, dice, “escuchamos la preocupación todo el tiempo, pero cada singularidad en la merma del deseo tiene que ver con un conflicto del orden sintomático y particular de cada sujeto. Puede haber un estancamiento o retención del goce de cada uno, aunque el contexto tiene incidencia porque estamos inmersos en ello”.
Precursora del Tuppersexen Argentina y dedicada a este trabajo desde hace 16 años, ahora como nómade, Mariela Tesler se entrevista a diario con personas de todo el mundo, en charlas que giran alrededor del disfrute, las relaciones y el sexo, pero también de otros aspectos de la vida cotidiana.
“Lo que está pasando desde hace ya bastante tiempo es que la gente está con las aplicaciones de citas pero no se quiere encontrar ni verse en vivo. Hay un temor a enfrentar la comunicación con el otro y a perder la fantasía de la App, que permite jugar a ser quien quiero ser. La gente no logra conectar en esta sociedad tan fast food y tan Tinder, ni se dan la oportunidad de batallar una discusión porque hay poca tolerancia. Sostener una pareja no es sencillo, hay que trabajar y entonces también hay mucho de agotamiento mental, económico y social que se traslada a estas situaciones”.
Silvia Rubies, Directora de Comunicación de Gleeden en Latinoamérica, asegura que “la correlación entre la crisis económica y la actividad sexual es un tema interesante que merece una mayor atención. Lógicamente hay muchísimos factores que pueden hacer que la sexualidad se estanque, como problemas en la relación, la monotonía, la ausencia de espacios de intimidad. Sin embargo, tampoco podemos ignorar la importancia del factor económico: estos ciclos tienen la capacidad de afectar la motivación en más de un plano, y eso sin dudas repercute en el disfrute sexual y en la capacidad de encontrar momentos de conexión íntima”.
El 52% de los encuestados redujo su concurrencia a albergues transitorios
Caterina Tartaglia y su mamá, Sandra Peralta, abrieron un sex shop en La Plata hace tres años
Mariela Tesler. Es sex coach. Nació en La Plata y da cursos por el mundo
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