El amor y el proceso de adopción fue tan natural que Ivana comprendió que lo suyo era una forma de maternidad cuando Juan Cruz, para un Día de la Madre de hace varios años, le envió un mensaje que decía "fuiste mi mamá y mi papá, por eso yo te amo". Este texto tan breve y tan enorme a la vez llegó luego de la muerte de María Rosa Sarmiento, mamá de Juan y hermana de Ivana.

El año 2014 marcó la vida de la familia Sarmiento tras recibir un diagnóstico negativo sobre la salud de María, que por entonces tenía 50 años y Juan, sólo 15". Siempre tuvimos muy bonita relación con él. Lo llevaba a casa los fines de semana y hacíamos muchas cosas juntos, así es que cuando me dieron el diagnóstico de María agarré mi mochila y me fui a vivir con ellos. A la par mi mamá estaba con Alzheimer y me dediqué a cuidarlas. Juan cursaba el penúltimo año del secundario y había que motivarlo para que continuara a pesar de todo. No tenía idea de cómo hacerlo porque yo estaba en el último tramo de Artes Visuales en la Facultad, mi vida era otra pero cambió a partir de ese momento", relata Ivana.

Todo ocurrió muy rápido, tanto que María dejó de trabajar y fue trasladada al Hospital Italiano en Buenos Aires donde estuvo un año junto a su hermano José Luis hasta que decidieron que volviera a la provincia porque ya no se podía hacer nada.

A la par, Ivana y Daniel, su otro hermano, se las arreglaban para estar siempre pendientes de Juan. El objetivo era acompañarlo en el dolor y en esa etapa difícil de la adolescencia. Todo había sido muy sorpresivo y rápido.

"Los primeros días la mamá de su mejor amigo, y muy cercana a nosotros, se ofreció para que estuviera en su casa y se sintiera acompañado hasta que rindiera exámenes. Mi hermana estuvo de acuerdo pero al poco tiempo quiso volver. El es una persona muy tierna y me ayudaba mucho con mi mamá, siempre pensando en que María regresaría pronto. Pasó un año, ella reaccionó de un coma y volvió en silla de ruedas, sin poder hablar, muy delicada, en realidad. Comenzamos con tratamientos alternativos para ayudarla con sus malestares ya que no se podía hacer mucho más ".

Juan transitaba la enfermedad de su mamá con una fortaleza increíble, siempre esperanzado en su recuperación, que lamentablemente no se dio. Ni por un instante flaqueó, ayudaba a levantarla, cambiarla y alimentarla. Siempre dispuesto a colaborar para que ella saliera adelante y sin descuidar sus estudios. Es que en esta etapa el cursaba el último año de la escuela secundaria.

A mediados del 2015, María contrajo una neumonía que empeoró su situación y falleció, en tanto su mamá había muerto en enero. Juan pudo despedirse y poner en acción sus mecanismos naturales de resiliencia.

"Hay días en los que el alma se te hiela, así fue cuando murió mi hermana y había que decirle a Juan, que siempre esperó su recuperación. En ese momento pensé que él no se levantaría de la cama, pero afortunadamente sus amigos también fueron incondicionales y no lo dejaron ni un momento solo. Eso lo ayudó a superar la situación y logró terminar la escuela. Además decidí quedarme con él en su casa para que estuviera rodeado de sus cosas", cuenta.

Luego llegó el momento de realizar la tutela y con eso aparecieron los miedos. Ivana pensaba que los dos solitos no constituían una familia, hasta que comenzaron las visitas de los profesionales para saber cómo vivían y con quién continuaría Juan su vida. Entre tanto trámite, en uno de los Juzgados de la Niñez, una psicóloga la entrevistó y allí clamó por su adopción.

"Le dije que yo sabía que Juan necesitaba una familia, un entorno de mamá y papá, pero yo quería que estuviera conmigo, y ella me dijo que no me preocupara porque ahora existen diferentes tipos de familia y vos con Juan son una familia", relata con mucha emoción.

Así recibió varias visitas hasta que ella obtuvo la tutela, mientras tanto oficiaba de mamá, eso nunca iba a cambiar a pesar de cualquier decisión.

Era la que asistía a las reuniones para el acto de egreso, conocía a los profesores, sus amigos, sus compañeros, y se interiorizaba de cada necesidad porque los riesgos tras las pérdidas sufridas, y los peligros que enfrentan los jóvenes en la actualidad, eran los fantasmas más temidos por Ivana.

Juan de apenas 16, por su lado, tenía muchas decisiones tomadas: quería terminar la escuela, seguir estudiando, vivir con su tía y respetarla como a su mamá.

La Fiesta de egresados llegó, también su traslado a Villa María, Córdoba, para estudiar música, una pasión que surgió gracias a Ivana. Ella decidió comprarle una batería cuando María enfermó para que tuviera un motivo para entretenerse.

"Irse por un tiempo fue sanador para él. Si bien había armado un grupo musical acá con el que tocó en su fiesta de egresados quería viajar para estudiar. Fue un tiempo de cuidarlo mucho para que el estuviera fuerte y bien, que sufriera lo menos posible. Allá, afortunadamente encontró gente que le enseñó a meditar y a cuidarse en su alimentación", dice Ivana de quien seguramente también aprendió técnicas de yoga, algo que practica y enseña.

Juan tenía otras opciones de vida, pero ambos se eligieron con total libertad. Actualmente tiene 25 años sigue viviendo con Ivana con quien se acompañan y viven una vida como la de cualquier madre y su hijo.

"Hasta ahora él sigue eligiendo estar conmigo a pesar de tener su casa y ser un hombre. Charlamos mucho, tenemos mucha confianza. Creo que mi hermana lo preparó para hacer de él una persona independiente. Desde chico se desenvolvía con total naturalidad y luego cuando ella enfermó nos ayudaba con todos los trámites. Aprendió a defenderse por sí mismo y le tengo muchísima confianza. Igual él siempre avisa donde está, cuando llega a algún lugar, y para mi eso es maravilloso porque lo hace por su propia voluntad. Por supuesto que también hemos pasado épocas complicadas propias de la edad en la que tuve que poner los límites necesarios".

El amor, la libertad y la confianza fueron y son los pilares fundamentales para seguir creciendo como familia.

La música es otro sostén y pasión tanto que este año tocó en la Fiesta Nacional del Sol, y ahora sueña con irse a Buenos Aires a seguir aprendiendo música y ¿por qué no? encontrar un lugar en la escena pública.

Después de 7 años Ivana está retomando su vida ya que también la pandemia la complicó por ser paciente de riesgo lo que la obligó a estar con cuidados extremos. Volvió con sus artesanías, una tarea que llevan adelante los tres hermanos y en la que Juan acompaña en la organización para ferias, porque su veta artística es otra.

Ivana está segura que ese mensaje que le cambió la vida en el que Juan la consagraba su madre, no será superado nunca por otra acción de amor. "Ya nadie puede decirme nada más maravillo que eso", asegura. Claro que siempre puede haber sorpresas porque para esta edición Juan le dice "obviamente fue un soporte muy grande en mi vida, fue esa figura de contención femenina adulta, la cual es muy necesaria y más cuando te toca una situación así. Agradezco a la vida tenerla todos los días ahí apoyándome y brindándome su punto de vista. Desde siempre fue un pilar importante en mi vida y así seguirá siendo siempre".