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Información General |Se llama Deborah Gutkin y tiene a sus tres hijos en las filas del ejército

Horror en Israel: la platense que se salvó de un misil y tuvo que ser evacuada

Escondida en su refugio oyó cómo un proyectil de Hamás estalló a metros de su casa. Ahora, desde una zona más segura, relató cómo atraviesa este difícil momento

Horror en Israel: la platense que se salvó de un misil y tuvo que ser evacuada

El impacto de un misil de hamás sobre una estructura. Soldados israelíes cercaron la zona / web

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

15 de Octubre de 2023 | 02:10
Edición impresa

Deborah Gutkin tiene 66 años, nació en La Plata, estudio en el Liceo Víctor Mercante y a los 20 se fue a vivir a Israel. Allí desarrolló toda su vida adulta, se casó, tuvo tres hijos y cuatro nietos. Desde la semana pasada su familia fue atravesada por completo por el ataque del grupo terrorista Hamás: sus hijos fueron llamados a filas del ejército, en tanto ella y su marido fueron evacuados luego de salvarse por apenas unos metros del impacto de un misil.

Hasta la semana pasada, Deborah y su marido Eitan -israelí de padres argentinos- vivían en el kibutz Or Haner, situado a unos 4 kilómetros de la frontera con Gaza, pero luego de que un misil impactara en la casa de sus vecinos fueron evacuados y relocalizados en Tiberíades.

“La primera sirena nos tomó desprevenidos. Normalmente cuando hay un poco de lío lo sabemos, entonces cuando suena la sirena sabemos qué es lo que pasa. Pero esta vez no, cuando la escuchamos nos levantamos y nos preguntamos ‘¿de dónde salió esto?’, fuimos corriendo al refugio, al que tardamos menos de 15 segundos en llegar, entramos y allí nos quedamos a esperar”, relató Deborah en diálogo con EL DIA. “Estábamos ahí cuando cayó el misil, yo le dije a mi marido ‘escuché vidrios’ pero nunca pensamos que había sido tan cerca. Cuando salimos lo vimos, al principio pensábamos que había caído en la mitad de la calle, pero no, era pegado a casa, en lo del vecino, pero muy cerca de la pared lindante. Tuvimos mucha suerte. Luego de eso, estuvimos dos días hasta evacuarnos”, contó la mujer desde el hotel en el que se refugian.

El matrimonio tiene tres hijos Guy, Tomer y Yarden de 33, 38 y 40 años quienes son parte de la reserva del ejército y cuando se desató el conflicto fueron llamados a las filas. En este momento uno esta en el frente defendiendo un kibutz, mientras que los otros dos que son tanquistas y están esperando las órdenes del ejército. Como a cualquier madre a Deborah -quien accedió a contar su historia pero pidió no mostrar fotos suyas ni de su familia- le preocupa el peligro que pueden correr los chicos, pero tal como aseguró “sabíamos que los iban a llamar, esta no es la primera vez, ellos también estuvieron en el último conflicto hace unos cinco años. Obviamente estamos todos intranquilos, pero bueno, es parte de nosotros. Para mí, lo más importante es que mis hijos vuelvan sanos y salvos y que esta guerra termine lo antes posible". 

Dejar atrás su hogar

En todos los años que lleva viviendo en Israel, esta fue la primera vez que tuvo que ser evacuada: “Nunca tuve problema en quedarme en casa, no me molestan las alarmas, no me molesta correr al refugio, si puedo me quedo. Pero esta vez fue diferente, al saber que hay terroristas dando vueltas por la zona no podés quedarte”, explicó Deborah, quien además destacó que ahora el lugar en el que vivía fue declarado zona de ejército, cerrado para los civiles. “Esta vez fue una obligación salir de las casas, el ejército está en los kibutz, en todas partes no solo en los caminos”, confirmó.

Desarraigo y temor constante

Dejar sus kibutz, abandonar sus casas, tomar algunas pocas cosas y escapar para encontrar seguridad en otra zona es la realidad a la que desde hace una semana se enfrentan las familias de Israel. El desarraigo que eso genera se suma a la preocupación y a los temores típicos de estar en medio de un conflicto bélico, pero Deborah intenta no darle importancia a eso. “Tener que dejar mis cosas a mí no me molesta, yo pienso que la casa de una persona es donde está uno”, sostuvo con firmeza y detalló que “lo único que me llevé fueron los pasaportes, el dinero que tenía al alcance y algunas joyas que tienen mucho valor sentimental porque pertenecieron a mi bisabuela, mi abuela y mi madre. Pero no mucho más, metí unos vestiditos en un bolso y salí. El resto a lo sumo se puede comprar. En donde vivía ya esta todo cerrado pero acá sí hay supermercados, no necesitás llevar muchas cosas. Lo que sí me dio pena en ese momento fue dejar mis plantas”.

Lejos del caos que se cree que implica que todos abandonen masivamente las ciudades, la evacuación se hizo de forma organizada ya que fueron planificadas de antemano. “Los kibutz de la zona estamos muy organizados, sabemos mas o menos a dónde nos sacan”, señaló y agregó que por ese motivo “nuestro kibutz vino todo para Tiberíades, al lado del Kinneret donde sale el río Jordan. Vinimos todos en nuestros propios autos, en el kibutz quedaron solamente los encargados de cuidarlo”.

Los vínculos en La Plata

En los más de 40 años que lleva viviendo en Israel, Deborah nunca perdió la relación con sus amistades platenses. “Yo hice toda mi vida aquí”, reconoció la mujer pero inmediatamente añadió que a pesar de eso “siempre sigo en contacto con mis compañeros del liceo y con mis amigos de la infancia que están en Argentina. Además tengo un hermano que vive ahí y cada tanto voy a visitarlo”.

Ahora, desde Tiberíades aprovecha a estar en zona segura para ver al resto de su familia. “No me quedó acá todo el tiempo, voy a visitar a mis nietos, dos viven acá pero mañana me voy a donde está mi otra nieta y después a visitar a la otra. Voy paseando porque dentro de todo es un lugar seguro, mis nueras viven relativamente en el centro que es la zona más segura, aunque todo el país ya recibió alarmas”, subrayó Deborah.

Así, entre el horror de la guerra, el desarraigo de su casa y el tiempo en familia, Deborah y su marido atraviesan la violencia que se vive en Israel desde el ingreso del grupo terrorista Hamás en su territorio. “Nosotros tuvimos muchísima suerte porque los chicos que cuidan el kibutz fueron a Eraz -kibutz ubicado a tan solo un kilómetro de Gaza- e impidieron que ingresaran allí, por lo que se fueron a otra zona y esa defensa fue una de las cosas que nos salvó de que los terroristas no estuvieran en Or Haner. Por eso la sacamos muy barata”, consideró con cierto alivio Deborah, quien más allá de la tranquilidad que encontró al evacuarse y estar cerca de sus nietos anhela que todo termine para “volver pronto a casa, porque allí es donde me siento más segura”, cerró.

 

 

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