
Ataque a Israel: las excusas de la izquierda para no repudiar la barbarie
“Nunca, en ningún momento desde el inicio del conflicto, el ejército israelí, con mucho más poderío militar, ha matado a tantos palestinos en un solo día como Hamas mató en siete horas. Lo que hizo Hamas es imperdonable. No hay ninguna justificación”, dijo horas después del ataque de Hamas a Israel, João Koatz Miragaya, un historiador de origen brasileño plenamente identificado con posiciones de izquierda, que reside en Israel desde 2009.
Es importante destacar estas voces de intelectuales, militantes y referentes de la izquierda en todo el mundo, para no caer en el simplismo de meter a todos en “la misma bolsa” y catalogar a la izquierda de antisemita por las repudiables reacciones que tuvieron algunos legisladores y dirigentes de las distintas corrientes de izquierda de varios países. En la Argentina se expuso muy claramente la posición de Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) en la voz de sus propios candidatos y diputados. Durante el debate presidencial la candidata Myriam Bregman señaló: “Nos duelen las víctimas civiles que ocurren en un conflicto que tienen como base la política del estado de Israel de ocupación y apartheid contra el pueblo palestino”.
Muchas veces, algunas posiciones políticas tan insensibles en momentos tan dramáticos suenan incomprensibles y tan fuera de lugar que pueden rebatirse con palabras sencillas pero llenas de sentido, como lo hizo el rabino Mario Rojzman, un estudioso de la Torá, graduado en la Universidad Hebrea de Jerusalén, que le aclaró a la candidata del FIT: “Mentís cuando decís que el Estado de Israel es un Estado Apartheid, por qué no contás que hay árabes en el Parlamento, que la mayoría de los farmacéuticos y un tercio de los médicos en Israel son árabes, no contás que están en todos los puestos altos de la sociedad”. Y agregó: “lo tuyo no sólo fue patético, si no que fue cruel. Negarles a los israelíes la solidaridad cuando fueron matados, acuchillados, quemados por el terrorismo de Hamas... lo tuyo es cruel”.
Posiciones ambiguas frente a la brutalidad que se vivió en Israel el fin de semana pasado se vieron aún en presidentes latinoamericanos identificados con posiciones históricas de la izquierda, como el de México, Manuel López Obrador, y el de Colombia, Gustavo Petro, que fue mucho más allá de manera inexplicable, comparando a Israel con Rusia y realizando una analogía en lo que está pasando en la Franja de Gaza con el Holocausto nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En España, Podemos se apresuró en señalar “toda nuestra solidaridad con el pueblo palestino”, demandado el fin de la “ocupación violenta del territorio palestino por parte del Estado de Israel que genera exclusión, expolio de los recursos, violencia, pobreza y una vulneración sistemática de los derechos humanos con un apartheid sobre Cisjordania y concretamente sobre Gaza”. Todo para contextualizar el ataque de Hamas, que para muchos es una suerte de 9/11 para Israel.
No se puede entender, bajo ningún punto de vista, cómo en un momento tan impresionable, con el mundo horrorizado por las imágenes que los mismos criminales de Hamas publicaban para generar más miedo, no pudieron apartarse de su mirada política para tener una más humana, más cercana al dolor y al sufrimiento de las víctimas. Ni siquiera se toman el tiempo de escuchar a la izquierda de Israel que, apoyada por intelectuales palestinos, cree que la solución es la de un solo estado binacional, que le dé la misma ciudadanía y derechos a todos los residentes de Israel y los territorios palestinos. Sin violencia, porque el ataque del sábado pasado no fue realizado por un estado, como equivocadamente, y al borde del ridículo, lo describió Cristina Kirchner al hablar de conflicto entre dos países, sino que fue cometido por fuerzas terroristas inhumanas. Se puede estar del lado de la vida y de la paz sin tener que realizar piruetas discursivas que no llegan a abarcar la comprensión del dolor ante el salvajismo perpetrado por seres humanos contra otros.
¿Era el momento para que algunos sectores de la izquierda antepongan una posición política contra Israel a la solidaridad y respeto que merecían las víctimas? ¿Era necesario sostener esa bandera política sobre mil cadáveres fusilados y asesinados de la peor manera, con imágenes que nos muestran cuerpos mutilados, violaciones, torturas y hasta bebés decapitados en un kibutz? El futuro ya nos va a otorgar el tiempo necesario para debatir sobre este conflicto, la historia abrirá puertas con tiempo de sobra para seguir dando ese debate, no hacía falta ensamblar justo ahora oraciones que cimentan un discurso que pareciera estar cerca de justificar tal barbarie. La izquierda argentina conoce muy bien, por oponerse en un momento histórico, la profundización de un legado antisemita ya existente en la Argentina pero que se reavivó con la decisión del general Juan Perón cuando permitió en 1947 el asilo de entre 180 y 200 criminales nazis, entre ellos Joseph Menguele y Adolf Eichmann. Esto profundizó el desarrollo y crecimiento de una ideología cuyos intérpretes intentan matizar sin éxito, pero que aún proclaman desde su lugar de militantes ultraderechistas, sin esconder su judeofobia.
Fuimos víctimas de dos atentados contra objetivos judíos como la embajada de Israel y la AMIA, tenemos muertos en manos de ese terrorismo islámico, nos debemos la responsabilidad de ser doblemente cuidadosos con las palabras. Nuestra propia historia nos desafía. Sobre todo, si seguimos defendiendo la libertad, la democracia, los sistemas donde las minorías tienen voz y voto y también derechos. Justamente, muchos de esos derechos, como elegir representantes, la igualdad de género ante la ley, las preferencias sexuales, las acciones civiles que en esta parte del mundo son moneda corriente como la patria potestad compartida y hasta el matrimonio igualitario, -por nombrar algunos de los que se han sumado en los últimos tiempos- serían castigados con el encarcelamiento y la muerte en el estado islámico que las organizaciones extremistas árabes radicalizadas quieren imponer, muy lejos del “estado laico y socialista” que según la izquierda se aspira como modelo de gobierno para Palestina. Ninguna de las voces que se expresaron en Occidente para justificar el ataque de Hamas, militantes de todos esos derechos civiles y humanos antes mencionados, podrían hacerlo en Irán, principal apoyo de Hamas y de organizaciones terroristas pro Estado Islámico, y en muchos países de Medio Oriente, a excepción de Israel. Allí pagarían con sus vidas apenas sean escuchadas públicamente.
Si bien la izquierda históricamente se ha identificado con la causa palestina, es infantil creer que te hace capitalista o aliado a Estados Unidos, sionista o antiPalestina adoptar una postura que empatice con lo naturalmente humano y en contra del brutal fanatismo armado. Por eso su actitud, tantas veces valorada por su militancia constante para denunciar y pedir justicia por las atrocidades y las violaciones a los DDHH cometidas por las dictaduras latinoamericanas, parece no corresponder a esa historia cuando anteceden una justificación al analizar el ataque salvaje y genocida de Hamas. Porque una cosa es creer que grupos terroristas como Hamas son consecuencia de un conflicto que lleva décadas y otra no repudiar lisa y llanamente sus siniestras atrocidades.
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