El Congreso de la Nación, lugar donde el pueblo pretende que los representen personas decentes, honestas y patriotas, para recuperar el orgullo de ser argentinos.

Para tratar de entendernos, en medio del descomunal desorden en que está inmersa nuestra República, pienso que es tarea de los responsables de conducir, primero, y de todos los ciudadanos, después, tratar de ponernos de acuerdo en algunos puntos básicos y analizar la salida. Son múltiples los problemas que han ocasionado que haya más pobreza, inflación, inseguridad, desigualdad, caída de la actividad, caída de las reservas, cepos de todo tipo, pérdida de la cultura del trabajo, de la conciencia del mérito, del anhelo de superación, de escalar en la movilidad social, etc. Lo cierto es que vamos mal y el desborde social amenaza. Conviene enfocarnos y tratar de "ver" el origen y soluciones.

DESEQUILIBRIO FISCAL

Hay un problema matriz: el desequilibrio fiscal. El orden en las cuentas públicas es el factor inicial para tener una sociedad trabajando en paz, sabiendo que cada uno cumple una función, por la cual será remunerado, y va a cumplir con sus objetivos de vida. Lo que se llama bienestar social.

El déficit público es la causa fundamental que empieza por descalabrar todo. Creo que gran parte de la sociedad, casi un 60% diría, ha comprendido esto y se ha expresado en las elecciones, en favor de aquellos que le dicen, de una u otra forma, que "no se puede gastar más de lo que se genera". Justamente, los que ocuparon lugares más relegados, son los que prefieren ignorar esa ortodoxia en el manejo de las finanzas. Por razones ideológicas o por seguir creyendo que con más populismo, basado en la fantasía de repartir lo que no hay, habrán de conservar el poder. 

SABIA ENSEÑANZA

Al respecto, habría que recordar un discurso del general Perón, de los años 50, donde sostenía que "cada uno de los argentinos debería producir, al menos lo que consume". Sabia enseñanza, de insospechada evidencia, que la mayoría de sus líderes posteriores han olvidado por ignorancia o conveniencia. Aunque todavía queda la incógnita de esos 11.000.000 de ciudadanos que no fueron a votar, me atrevo a afirmar que cada vez son menos los que creen que se puede vivir del esfuerzo de los demás y están dispuestos a "apretarse el cinturón", con el objeto de llegar en algún momento al déficit cero, y comenzar a enderezar el rumbo.

Pero, ¿cómo se hace? El candidato ganador de las primarias, Javier Milei, utilizó el sistema de tachar en un pizarrón varios ministerios y reparticiones, sustituidos con casi una única estrategia: "Los dejo en manos privadas".

Por lógica, han proliferado quienes se sienten afectados, y circulan por los canales reivindicando la importancia social ya sea de la salud, la educación, la ciencia o la obra pública, que son algunos de los ítems que Milei les pasó su famosa "motosierra". Y eso tal vez haya desdibujado el propósito de contener el gasto.

Entonces hay que poner las cosas en claro. Porque ¿quién puede dudar que brindar salud, educación o planificar la obra pública no son tareas imprescindibles de cualquier gobierno? 

Una escuela, un hospital o hacer rutas, es tarea insoslayable para el Estado. Pero ¿quién pone la plata? ¿Cómo se financia? Es sumamente agradable aparecer ante la sociedad como un baluarte del bien público, claro que con la plata de otro.

PLANIFICAR PRIORIDADES

Hay que hacer las cosas pero "con la mía no", dicen. Y ahí es donde debe aparecer el gobernante sensato que planifica prioridades en el gasto, y cuida al sector productivo que es de donde saldrán esos recursos que destinará, responsablemente, a cubrir aquellas, y otras, necesidades sociales.

Tomemos por caso los anuncios del otorgamiento de sumas fijas y otros beneficios del ministro Massa. Deberían significar un alivio frente a la inflación, acelerada luego de la devaluación. Pero, ¿de dónde saldrán los recursos? Seguramente de la emisión monetaria, que es un alimento explícito de la inflación. Que se va a encargar de devorar de un plumazo esos fondos extras. El clásico "quedar bien" electoralista, pero a costillas de terceros. Una irresponsabilidad, haciendo más de lo mismo de lo que nos trajo aquí.

EL DEBATE PÚBLICO

Ese debe ser el norte. El punto inicial del debate público. Honesto, sin demagogias. Clarificando estos conceptos es como, tal vez, encontremos una puerta abierta a este callejón sin salida que fomenta el desaliento y la incertidumbre. Evidencias notorias del malestar social.

Tiene que atravesar la nación algo así como una ráfaga de sentido común, raciocinio, de patriotismo diría. Donde todos nos convoquemos al sacrificio, a la lucha diaria por recuperar nuestra dignidad como ciudadanos. Los jóvenes estudiando, los mayores trabajando, el capital produciendo, deponiendo egoísmos, odios inútiles y pensando sólo en restaurar los principios con que los Alberdi, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini, y demás pensadores y hacedores, soñaron para nuestra patria.

 

  • Asustar a la gente

Resulta interesado y cínico, asustar a la gente con eso de que "vienen por tus derechos". Está visto que de tanto privilegiar los derechos, estamos como estamos. Tener pobreza en casi la mitad de la población, marginación, inadecuadas respuestas de educación o salud, es haberle quitado, no dado, derechos al ciudadano. Puede que estuviera bien lo que decía Evita, "donde hay una necesidad, hay un derecho". Pero debió agregar: "Y una obligación".

 

Por Orlando Navarro
Periodista