Un cuadro y objetos usados por el General Nazario Benavides en San Juan.

No debe pasar desapercibido para los sanjuaninos que en el mes de octubre, durante el siglo XIX, se produjo el brutal asesinato del general Nazario Benavídes, un hombre que fue admirado y respetado hasta por sus enemigos, que tuvo protagonismo nacional, afirmaciones estas en la que coinciden los historiadores entendidos en el tema.

En relación a esta fecha solamente recordaremos que la muerte de nuestro caudillo federal -quien sólo tenía 56 años- se produjo en la madrugada del 23 de octubre de 1858, mientras se encontraba preso, acusado de un complot, en los calabozos dispuestos en los altos Cabildo, edificio que entonces se encontraba sobre la actual calle General Acha. 

Esa madrugada, un piquete de hombres embistió contra la cárcel para liberarlo. Hubo un enfrentamiento con la guardia, hasta que finalmente fue muerto a mansalva a tiros y bayonetazos. Se cuenta que su cadáver fue atrozmente ultrajado, tirado a la calle, pisoteado y arrastrado. Benavídes fue asesinado porque aún después de la batalla de Caseros mantuvo un enorme poder, sobre todo militar, pues era el jefe máximo de la Circunscripción del Oeste. Así terminó la existencia de este singular hombre que gobernó la provincia durante casi 20 años.

La obra de Benavídes

Es importante repasar, aunque sea a vuelo de pájaro, su obra, la cual es substancial y visionaria para San Juan. En octubre de 1958, al cumplirse el centenario de su muerte en un artículo publicado en DIARIO DE CUYO (creo que de autoría de don Rogelio Díaz Costa), se resumía magníficamente su accionar: "Fue Benavídes el que reabrió la Escuela de la Patria (…) el que estableció el alumbrado público, el que trae a los médicos (…) para que colaboren con Amán Rawson en la epidemia de viruela (…). Mandó a construir el camino a Valle Fértil por el Pie de Palo, fundó Villa Independencia, dividió la Villa de Angaco en 2 distritos, mandó a construir el dique San Emiliano, que dirigió en persona. Dispuso la confección de un padrón general de todos los terrenos y fincas de regadío por los canales principales que salen del río, delineó calles, construyó veredas, reglamentó la comercialización de carne, entre tantas otras acciones". Y como soldado luchó con valentía en "Oncativo, La Tablada, Ciudadela, Angaco, La Chacarilla, Rodeo del Medio…". 

En ese entonces también don Díaz Costa manifestaba la importancia de rescatar el Archivo Benavídes, obra que por suerte ya está científicamente ejecutada y al alcance de todo interesado. Sin embargo es necesario, ya que los monumentos se corresponden con el texto, que su figura se perpetúe en el bronce. Es imperioso erigir una estatua de Benavides, así lo exige su memoria histórica.

 

Por Prof. Jorge Edmundo Delgado
Magíster en Historia