Este miércoles, el mendocino José Luis Salinas (47) recibió la pena de 23 años de prisión luego de admitir, durante un juicio abreviado, que asesinó a Ramón Eduardo Molina (85), un jubilado al que conocía, para robarle plata, el teléfono, la tarjeta de débito y herramientas que cargó en el auto de la víctima para huir, el sábado 11 de marzo pasado, en Santa Lucía.

Salinas ratificó ante el tribunal integrado por Alberto Caballero, Diego Sanz y Gema Guerrero que fue el auto del crimen y su intención de recibir esos años de cárcel.

Según los voceros, a través de la defensora oficial, María Emilia Nielson, Salinas llegó a un acuerdo con el fiscal coordinador, Adrián Riveros, y los ayudantes fiscales Sebastián Gómez y Emiliano Pugliese (UFI de Delitos Especiales). En ese pacto, se modificó el delito que inicialmente le atribuyeron, homicidio criminis causa (se castiga con perpetua) por un homicidio en ocasión de robo, precisaron. Los abogados de la familia del jubilado, Ailen Juri y Milenko García,  se opusieron a la calificación del delitos, pués pretendían mantener la imputación de homicidio criminis causa, castigado con perpetua.

El hecho

Fue Daniel, uno de sus cuatro hijos, el que se topó con una escena que jamás hubiera querido presenciar: su papá, Ramón Eduardo Molina (85), tendido en el piso boca abajo y sólo con su ropa interior, sin reacción y con marcas que lo hicieron pensar lo peor. Fue a media mañana de ayer. Según Edit, su hermano acostumbraba ir siempre a la casa de su padre al 6200 Este de la Ruta 20, en Santa Lucía, porque allí se cambiaba como parte de su rutina en la práctica del ciclismo de montaña. Lo grave fue constatar que ese jubilado no sólo estaba muerto, pues enseguida se instaló la sospecha de que pudieron haberlo matado (se estima que a golpes) para robarle su Renault Megane (luego hallado en Rivadavia), herramientas y dinero, pues había cobrado su jubilación y también unos $130.000 pertenecientes a dos alquileres: el de su taller metalúrgico en el que ya no trabajaba, y el de un salón en el que el presidente de la Cámara de Energías Renovables, Fabián Flores, tiene materiales de energía solar. Entre ambos locales y en el mismo terreno, Molina había construido un departamento en el que vivía solo y en el que no tenía otro tipo de seguridad que candados, llaves y pasadores en los portones de chapa del frente, dijeron fuentes policiales.

Salinas quedó muy complicado, porque las cámaras lo registraron en el Renault Megane del jubilado y porque hubo varios testigos en su contra: como los que lo vieron en ese auto que no era suyo, las personas a las que les vendió el celular, la rueda de auxilio del vehículo, o la que le recibió la tarjeta de débito de la víctima con la que hizo algunas compras, entre otras evidencias.