Resulta ser que en el pueblo de Aguaray y las comunidades comprendidas dentro de ese mismo municipio como Campo Durán, Acambuco, Piquirenda, Yacuy y tantas otras, los bebés nacían, al año caminaban, se hacían niños, adolescentes, adultos y finalmente ancianos. Y para no contrariar la ley de la vida, después morían. Pero eso le pasó recién a los 108 años a don Damasio Ramírez.
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Resulta ser que en el pueblo de Aguaray y las comunidades comprendidas dentro de ese mismo municipio como Campo Durán, Acambuco, Piquirenda, Yacuy y tantas otras, los bebés nacían, al año caminaban, se hacían niños, adolescentes, adultos y finalmente ancianos. Y para no contrariar la ley de la vida, después morían. Pero eso le pasó recién a los 108 años a don Damasio Ramírez.
La larguísima vida de este hombre ya daba para bromas en el pueblo: "Más viejo que Damasio", decían los aguarayenses que lo conocían de toda la vida, sencillamente porque el pueblo fue fundado en 1911 y Damasio había nacido una década antes.
Por años vivió en una precaria casita en la zona de Campo Durán, lógicamente mucho antes que la destilería, el poliducto y el gasoducto que parte desde ese lugar hasta el centro del país, existieran. Es decir, Damasio vio cuando llegaron los obreros de la Sargo a levantar esas impresionantes estructuras para iniciar la explotación de los hidrocarburos norteños.
Siendo chico residía con sus padres en el paraje Monte Carmelo y así lo relataba a este medio cuando promediaba el siglo de vida: "Yo nací el 5 de agosto de 1901 en Monte Carmelo a la orilla del río Pilcomayo. Mi padre se llamaba Juan Ramírez y mi madre Adelaida Ortiz. Mi mamá tejía ponchos y alforjas y mi padre tenía un almacén en Monte Carmelo, cerquita de don Esteban Amaya".
Damasio repetía sus datos sin esforzar su memoria: "Cuando llegué al pueblo de Campo Durán ya vivían doña Elisa Jaime, Daniel Salvatierra, Daniel Vacaflor, criollos bolivianos que llegaron buscando mejores pasturas para sus animales. Yo vivía con un tío y siendo un changuito trabajaba en la plantación de arroz, pegadita al río Itiyuro". En la zona se producía arroz... quién iba a pensarlo.
En esa oportunidad también le contó a este diario que cuando cumplió 12 años, en 1913, su padre se fue a la ciudad de Salta y él se quedó con la madrina que lo terminó de criar. A los 18 años viajó solo a Salta para enrolarse, es decir, obtener su primer documento para ser un ciudadano argentino.
"Cuando volvía de enrolarme tenía que cruzar el Pilcomayo a caballo. Pero el agua me arrastró el animal y a mí me dejó sin ropa, así como Dios me había mandando a este mundo. Doña Reina, una criadora de ovejas que estaba cuidando sus animales, me vio. '¿Qué te pasa que andás desnudo?', me preguntó y yo le dije que el agua me había llevado el caballo, la ropa, la libreta de enrolamiento y casi me lleva a mí".
En sus recuerdos volvía a su niñez y contaba que siendo un changuito cuidaba las chivas y ordeñaba las vacas en el paraje Monte Carmelo. Pero por alguna razón que no decía dejó el paraje y se fue hacia Campo Durán. Con su brazo delgado en alto señalaba que "ahí estaba la iglesia; la escuela (Maestro Julio Pereyra, la primera institución educativa fundada en el departamento San Martín en 1907) estaba al costado de la Sargo (la empresa que construyó la refinería, el poliducto y el gasoducto) y la maestra era doña Catalina Figueredo".
Una leyenda viviente
En aquellos años en que el norte era el paso entre quienes comerciaban con el sur de Bolivia, Damasio solía recordar a su abuelo don Sixto Ramírez, quien tenía carros y trabajaba llevando azúcar, harina y yerba. Tenía un potrero grande, sembraba maíz y tenía 18 carros con los que llevaba ferretería y cañerías para la Standard (la petrolera americana que a partir de 1927 inició la perforación de pozos de Aguaray)".
Para aquellos tiempos en que todo el transporte de cargas y personas se hacía por este medio, el abuelo Calixto debió ser un hombre de gran poder económico.
En sus años de juventud, Damasio también trabajó "en el ingenio San Martín del Tabacal sembrando cañas, batatas, maíz. Me acuerdo también de la llegada del tren aquí a Aguaray. El ingeniero Fidalgo Mora tenía que hacer la obra porque el tren tenía que llegar hasta Santa Cruz de la Sierra y así lo hizo", recordaba.
Solía recordar que se casó dos veces y tuvo cuatro hijos: Damasio, Alberto, Raúl y Gladys. Y en los últimos años de vida estuvo acompañado de algunos de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Habrían de pasar muchos años hasta que los límites de Bolivia y Argentina quedaran establecidos y todos esos años Damasio los vivió. Murió en 2009 a la edad de 108 años; fueron sus relatos el material más importante del cual se nutrió un grupo de docentes que escribieron Aguada del Zorro, Aguara-í, un libro de consulta casi obligatoria para reconstruir la historia del norte.