Norma y Gonzalo, míticos vendedores de la célebre esquina de las flores de Almagro, no la vieron venir. Las nieves del tiempo modifican el pasaje existencial. Ya nada es como antes, ni el Día de la Primavera. Así como los bosques de Palermo tienen más policías que picnics, las florerías no venden tantos ramos como antes en los festejos por el fin del invierno. La tradición se disolvió con las nuevas generaciones, por eso Norma y Gonzalo no la vieron venir hasta estos últimos días que a partir de un goteo constante de chicos y chicas en busca de lo mismo, olfatearon la tendencia. Algo estaba pasando con las flores amarillas.

“Es una locura lo que pasa, en este rubro el amarillo siempre fue un color asociado al desprecio, que no se regalaba en la primavera. Pero esto de TikTok cambió todo”, ríe Gonzalo, treintiañero vendedor de uno de los locales de la esquina de Sarmiento y Acuña de Figueroa, la zona que hasta finales del siglo XX supo tener el Mercado de las Flores (ahora hay una iglesia evangelista) y donde dos décadas y media después todavía colorean el barrio cinco o seis locales de venta de plantas y flores.

Él, Mónica y el resto de los trabajadores de la cuadra pronto descubrieron que a través de TikTok se había convertido en tendencia una canción de Floricienta, serie super popular entre las niñas de hace una década, usada como filtro en videos románticos o irónicos. El tema se llama, justamente, “Flores amarillas”. Y relata el anhelo del personaje central de la historia (una de las tantas de la factoría de Cris Morena) de recibir flores amarillas. Como era de esperarse, avanzada ya la trama, el sueño se le cumple al personaje con su primer amor.