Jubilados en la mira: continúa la saga de robos feroces

La Plata, octubre de 1975. Eran las 3 de la madrugada y las frenadas de varios “robustos” autos rompieron con la calma nocturna, que reinaba en la cuadra de 39 entre 15 y 16.

Se trataba de un grupo de al menos ocho sujetos que, vestidos con prendas oscuras y procediendo como una unidad táctica, irrumpieron en un domicilio tirando abajo la puerta principal.

Las luces provenientes de la vía pública agigantaron aún más las sombras de aquellos espectros que, mientras derribaban y rompían todo a su paso, preguntaban insistentemente por una mujer, a la que acusaban de extremista.

Increpado por aquellos sujetos, frente a su esposa y sus pequeños hijos, el dueño de esa casa debió jurar y perjurar, que no estaba involucrado en nada.

Para este hombre, todo apuntaba a que no habría un mañana. Pero, de un momento a otro, todo se detuvo.

Después de varios minutos de zozobra y, luego de observar con detenimiento un papel, el mandamás de aquel comando se dio cuenta de que se habían equivocado de casa y ordenó abandonar el lugar.

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“Con los años me enteré de que los de las ‘Tres A’ andaban buscando a una chica que, aparentemente, vivía en esta cuadra. Hasta hoy, esa había sido la única vez que el terror me había invadido”.

Esta tremenda declaración fue vertida ayer por un jubilado de 84 años que, junto a su esposa, se convirtieron en víctimas de un brutal asalto perpetrado por al menos dos sujetos.

El hecho de inseguridad resultó ser una dura afrenta no sólo por el momento que pasó y, las pérdidas económicas que sufrió, sino también porque la situación removió una serie de atroces recuerdos.

El hombre, que pidió mantener su identidad a resguardo por temor a represalias, contó que el hecho tuvo lugar ayer, minutos después de la medianoche, cuando se disponía a descansar.

Después de controlar que todo estuviese en orden, el hombre enfiló hacia su cama en donde ya se encontraba su esposa. Apenas se sentó, sintió una voz que desde la puerta le dijo: “Quedate en el molde, que no te va a pasar nada”.

“Me empecé a preguntar cómo habían logrado entrar. Y encima sin que ninguno de nosotros se diera cuenta. Después nos enteramos que nos barretearon las dos puertas. Pero hicieron todo en el más absoluto silencio”, remarcó el hombre.

Como suele suceder en estos casos, los ladrones usaron en su favor las limitaciones físicas y las complicaciones que suelen tener los adultos mayores en la salud.

En este caso, aprovecharon que ambos dueños de casa estaban en la cama y los inmovilizaron atándolos con sus propias sábanas.

Aprovechándose de la imposibilidad de los damnificados para escapar o pedir ayuda, los malvivientes amenazaron en reiteradas oportunidades con que los matarían, si no revelaban dónde tenían guardados sus ahorros.

Fuentes oficiales indicaron que la pareja debió desprenderse de unos dos mil dólares y 2 mil pesos que había en la billetera para compras chicas. Además, uno de los sujetos le arrancó la alianza de oro a la mujer y se apropió de una cadenita de plata.

“No se llevaron más porque como estaba el auto estacionado en el garaje no iban a poder sacar nada. Realmente fue aterrador el momento que vivimos”, expresó el damnificado.

Estos jubilados no fueron los únicos que debieron enfrentarse a una situación límite. Casi en simultáneo, pero a más de 30 cuadras de distancia, otro matrimonio fue víctima de un episodio delictivo que se caracterizó por la crueldad y falta de humanidad de quienes lo llevaron adelante.

La situación, que aconteció en una de las viviendas que circundan Plaza España, fue casi un calco del episodio acontecido en el límite entre La Loma y barrio Norte.

Según pudo saber este diario, al menos tres sujetos irrumpieron en la casa y luego de atar a los propietarios, un hombre de 82 años y su esposa de 80, revolvieron cada espacio de la vivienda en busca de objetos de valor.

No conformes con lo recaudado, los sujetos comenzaron a indagar a la pareja acerca de los dólares que, según suponían los hampones, les estaban negando.

Convencidos de que el matrimonio mentía, los golpearon en reiteradas oportunidades.

“Realmente la pasamos muy mal. Todavía estamos acomodando el desastre que nos dejaron. Nos pedían dólares de forma insistente”, sostuvo ayer, en una escueta declaración la dueña de casa, quien optó por no brindar más detalles, ya que aún se encontraba inmersa en un profundo estado de conmoción.

La mujer presentaba un corte en la nariz producto del accionar violento de los delincuentes.

Ambos casos remiten de forma ineludible al violento episodio que le tocó vivir el pasado domingo a un vecino de 84 años de Ringuelet. El hombre fue brutalmente golpeado por al menos dos sujetos que lo tomaron por sorpresa cuando se encontraba descansando.

Ni tiempo le dieron para ponerse a resguardo o pedir ayuda. Luego de un feroz interrogatorio los hampones se dieron cuenta de que el hombre no tenía los dólares que buscaban y se terminaron llevando hasta el medidor de glucosa de la víctima.