Elecciones 2023: el futuro de la economía y la unidad nacional

La economía local tiene un serio problema de escasez de dólares. La principal causa de la inflación. Diagnóstico y futuro.

17 de septiembre, 2023 | 00.05
Dólar Dólar

Buenas y malas noticias. Empecemos por las malas, así terminamos bien. La economía local tiene un serio problema de escasez de dólares que le dificulta mantener la estabilidad del tipo de cambio, es decir, del precio del “bien escaso dólar”. La causa principal de la inflación crónica es el aumento del precio del dólar.

Ahora bien ¿por qué son escasos los dólares si hubo años de superávit comercial? Descartemos primero las respuestas equivocadas: en el presente la falta de dólares no se debe al endeudamiento. La economía está altamente endeudada, pero los acuerdos con privados y organismos consiguieron un período de gracia. El FMI aprieta, condiciona, juega para la oposición, hace propuestas ruinosas que demuestran la total incomprensión sobre la dinámica local, como la reciente devaluación, pero a la vez vuelve a prestar para que se le pague.

Si fuésemos de la banda del Toto diríamos que el Fondo nos posibilita “roulovear” nuestra deuda, aunque por momentos haya descalces que obliguen a rascar dólares hasta de los yuanes chinos y los fondos cataríes. Pero al cierre del ejercicio lo que sale también entra, ese es el punto.

Sin embargo, las expectativas también juegan, las presiones del organismo inducen a acelerar. En una economía inestable el FMI es una gran fuente de inestabilidad. Los técnicos del organismo son horribles. Obligan a políticas de manual sin atender a la historia local. El más malo de los economistas intelectualmente honestos habría previsto lo que sucedió después de la inútil devaluación post PASO: un pasaje a precios internos casi instantáneo.

Una vez más: causa y efecto. Determinadas políticas generan determinados resultados, por eso la economía es una ciencia, tiene leyes, no es “biri biri”. El economista menos avispado sabe que con actores tan entrenados para desenvolverse con alta inflación crónica las variaciones en el tipo de cambio van inmediatamente a precios. El día que se anunció la devaluación se supo también que el piso de la inflación del mes sería de dos dígitos. Repetimos: el piso promedio, con los “transables”, los bienes y servicios que se exportan, subiendo todavía más rápido. No hubo sorpresas.

¿Pero si no fue por la deuda y hubo superávit comercial, por qué siguieron siendo escasos los dólares? Una respuesta posible es que el cepo generó una brecha y la brecha fue el gran incentivo para hacerse de los dólares baratos. El cepo debió haber sido una medida transitoria. En el camino alguien se enamoró de los instrumentos. Y no se trata de repetir siempre lo mismo, pero pandemia y estabilización son términos opuestos. No era posible estabilizar cuando el imperativo era expandir el Gasto para atender las urgencias sanitarias y sostener a la gente en sus casas, sea vía IFEs o ATPs.

Luego, cuando el gobierno superaba la mitad de su mandato, el resultado de las elecciones intermedias redobló las contradicciones y la falta de consistencia interna.

Finalmente, este año la sequía diluyó la última oportunidad. Parece que no se dimensiona lo que significaron 20 mil millones de dólares menos para una economía con restricción externa. Normalmente si una economía no tiene dólares puede recurrir a una batería de instrumentos hoy vedados para la Argentina. El carry trade, es decir el diferencial de tasas que da lugar a ingresos transitorios de divisas, el endeudamiento externo y finalmente el crédito de los organismos internacionales. Nada de esto estuvo y el faltante de 20.000 millones se cubrió con dos fuentes principales, el swap con China, los yuanes, lo que supuso un redireccionamiento parcial del comercio (para eso prestan los países), y el endeudamiento con proveedores del exterior por entre 10 y 12 mil millones de dólares. Gracias a estos recursos “extraordinarios” la economía no se frenó. La tarea del gobierno que asuma en diciembre demandará una gran pericia financiera.

Las buenas noticias son básicamente dos. La primera es que el año próximo no habrá sequía y el agro recuperará su aporte exportador. La segunda es que el sector energético será superavitario. El aumento de las exportaciones dependerá de la continuidad en el tendido de caños que transporten la producción. Es verdad que agro, gas y petróleo no son los únicos recursos con los que cuenta la economía, pero sí son los más inmediatos. El país se encuentra a las puertas de un boom minero y de producción de hidrocarburos offshore, pero serán ingresos a mediano plazo, no a corto. Son inversiones que todavía deben madurar.

Aquí es necesario detenerse. Con una inflación de tres dígitos y contratos indexados la única forma de estabilizar es en el contexto de un plan. Un plan de estabilización significa ni más ni menos que frenar, significa un acuerdo político para repartir los costos del frenado. Hay que detener la indexación de contratos, los trabajadores tienen que resignar subas de salarios y los empresarios tienen que resignar subas de precios.

¿Pero quién empieza? ¿Cuál es la línea de partida? ¿Cuáles serán los nuevos precios relativos? ¿Cómo se repartirán los costos? ¿Y si hay devaluación como se compensará para evitar que se dispare la conflictividad social? Se trata de decisiones que no se resuelven en “el mercado”, es decir que no dependen de tomar un conjunto de medidas y quedarse a esperar la reacción de los actores, sino de establecer reglas estrictas para todos en el marco de un acuerdo político. La necesidad de reglas que deben respetar actores con intereses contrapuestos y con distinta representación política significa que no habrá salida de la crisis sin un gran acuerdo nacional que incluya, además de a la actual coalición de gobierno, a “la parte sana” de Juntos por el Cambio.

Una inflación de tres dígitos y acelerando significa también que todos los economistas ya fueron a repasar la historia de los planes de estabilización, los propios y los ajenos. Y la respuesta que los unifica es, de nuevo, que todos demandaron un acuerdo político entre las principales fuerzas. Los consensos no fueron siempre producto de la construcción voluntaria. En Argentina se construyeron a la fuerza. En el caso de los Planes Primavera (Sourruille) y de Convertibilidad (Cavallo) el consenso nació de las hiperinflaciones. En el caso “virtuoso” de la tan citada estabilización de Israel el acuerdo fue esencialmente político. Los dos partidos mayoritarios acordaron alternarse en el poder. Había incentivos para que nadie bombardee los acuerdos y rompa las reglas. Se hubiesen bombardeado a sí mismos.

¿Y en Argentina? El Plan Austral funcionó al principio, pero fue víctima de su éxito, la expansión que provocó luego del shock inicial hizo que la economía se quede sin dólares. La convertibilidad funcionó macroeconómicamente casi una década porque consiguió primero los dólares de las privatizaciones y luego dólares del endeudamiento externo. Cuando el grifo de las divisas se cerró tan tarde como en 2001, después del megacanje, la Convertibilidad se terminó. ¿Y los dólares para el plan de estabilización de Israel? Los aportó Estados Unidos para que no decaiga el gasto de defensa israelí. El mandato fue “recorten lo que haya que recortar, menos los gastos de Defensa”, maravillas de la geopolítica.

La conclusión preliminar es que sin estabilización no hay aumento de las exportaciones que valga. Y a su vez no hay estabilización posible sin acuerdos políticos. Luego, producida la estabilización, es indispensable el aumento del ingreso de divisas para sostener la expansión, pero se necesitan las dos cosas, divisas y estabilidad macro. Un aumento de las exportaciones sin estabilización solo se traducirá en el auge de la mal llamada “fuga”, lo que sería la forma más tonta de desaprovechar el boom de los recursos naturales que se aproxima. La pregunta que sigue es cómo se proponen las distintas fuerzas políticas resolver estos desafíos.