Estertor
La relación entre un exrepresor decrépito y sus cuatro cuidadores es el nudo argumental del film Estertor, una fábula siniestra y pesimista sobre el gran trauma argentino de los setenta, al que suma otros temas ásperos como la venganza, el cinismo, la precarización laboral, la desaprensión y el maltrato. Todos los personajes son amorales y opacos. Es una película incómoda y minimalista, “no disfrutable”, como reconocen sus propios realizadores, Sofía Jallinsky y Juan Basovih Marinaro. Suerte de laboratorio, claustrofóbico y descriptivo, que no toma posición respecto de las violencias, de menudas a muy graves, que se suceden durante el relato, lo que obliga al espectador a superar su perplejidad en busca de darle un sentido.
Estertor parece un documental revulsivo de animales que estudia el comportamiento de torpes hienas acechando a un viejo chacal que ni siquiera tiene conciencia de serlo.
Galardonada en el festival de cine de Gijón, Estertor pudo verse en la sala Leopoldo Lugones en la misma semana en que un acto en homenaje a las víctimas de la guerrilla devolvió actualidad a ese capítulo ninguneado de la historia argentina y al posterior, el del terrorismo de Estado, siempre presente.

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