Los peregrinos, ese ejército silencioso que rinde honor al Señor y la Virgen del Milagro, se erigen como embajadores de la inquebrantable fidelidad que caracteriza al pueblo salteño y que con cada uno de sus pasos contagian a todo los salteños con su fervor y devoción a los santos patronos.
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Los peregrinos, ese ejército silencioso que rinde honor al Señor y la Virgen del Milagro, se erigen como embajadores de la inquebrantable fidelidad que caracteriza al pueblo salteño y que con cada uno de sus pasos contagian a todo los salteños con su fervor y devoción a los santos patronos.
Detrás de cada paso, de cada kilómetro recorrido, hay cientos de familias anónimas que están dispuestas a brindarle su amor, aunque sea por unos minutos. Esas familias con sus manos generosas, además de un abrazo cálido al momento del encuentro, ofrecen agua, sándwiches, un mate o una taza de té, un almuerzo o una cena para los que vienen desde más lejos y hasta hospedaje para los hermanos que llegan desde la Puna.
Los peregrinos, los anfitriones de esta fiesta sagrada, son agasajados antes de dar el último paso y alcanzar la Catedral Basílica, donde honrarán al Señor y la Virgen del Milagro. Aunque llegan cansados, tienen el alma llena de vida, porque saben que el esfuerzo es para renovar el pacto de fidelidad con los santos patronos. Los peregrinos son una demostración de amor y devoción que trascienden las palabras.
Asisten a los peregrinos que transitan por la ruta 9
María Ladivisnay, de 47 años, trabaja en una asociación llamada "Güemes Trasplantados". En diálogo con El Tribuno, la mujer contó que desde hace cinco años asisten a los peregrinos que transitan por la ruta 9. Asentados en el kilómetro 1563, pasando Cobos, antes de la Higuerilla, más de 25 voluntarios, movilizados por la fe y las ganas de seguir viviendo brindan un desayuno a los caminantes. "Ayudan personas que están en diálisis, en lista de espera o fueron trasplantados", expresó la mujer.
Desde el 13 están a partir de las 6 de la mañana, haciendo desayunos con pan caseros con donaciones que recibieron. Los preparativos los empezaron hace 15 días y cada uno fue poniendo su "granito de arena" para llegar a este gran día preparados.
"Es algo emocionante porque estamos viendo la fe de los peregrinos. Lo que nos une en el Milagro es el amor, la fe y la esperanza, es algo muy hermoso. Los peregrinos son los anfitriones de esta fiesta tan emocionante, llegan de cientos. No tenemos palabra para describir esto, lo hacemos porque estamos vivos, Dios nos dio un años más de vida y es retribuir un poco lo que nos dan nuestros ángeles donantes", expresó.
Laura trabaja en la empresa de transporte El Cóndor y en la vicaría de Nuestra Señora de la Consolación, ubicado en barrio Casino. Desde el año pasado le hacen una cena y desayuno a los peregrinos de la Puna en la empresa de colectivos y además dan hospedaje a chicos en la iglesia.
"Cuando empezamos el año pasado hospedábamos a 30 chicos y con los empleados de la empresa nos propusimos darle una cena y terminamos dando desayuno y cena a 130 personas. Para este año planeamos darle de comer a 250 personas, y en la vicaría este año vamos recibimos a 70 chicos", expresó la mujer.
Laura comentó que la empresa les presta los colectivos y el lugar para preparar los platos de comida, pero aclaró que la atención está a cargo de la familia los empleados.
"Es impresionante la solidaridad"
"En la empresa se mueve la familia, y lo mismo pasa en la iglesia, es algo sorprenderte porque podemos pasar un flyer simple que vamos a recibir peregrinos y la gente va a dejar donaciones. Es impresionante la solidaridad con nuestros hermanos de la Puna", remarcó.
Para Laura esta experiencia es algo "inexplicable" y le llena el alma. Durante este período no se siente "sola", sino que está acompañada permanentemente por la fe de los peregrinos. "La verdad que sentimos admiración al verlos, te llenan el alma. A los peregrinos no les importa si vienen sin nada y están solo por el Señor y la Virgen del Milagro", resaltó.
En el corazón de Villa San Antonio, la "Familia Unida en la Fe", desde hace ya once años se reúne en este lugar sagrado para llevar a cabo un acto de amor y devoción que conmueve a todos los corazones. Cada año, alrededor de 50 personas se unen durante los días 13 y 14 de septiembre para compartir lo que reunieron de donaciones y entregarlos a los peregrinos.
Preparan ensaladas de frutas, botellas de agua, golosinas y muchos otros obsequios que llevarán consigo. Cada gesto que realizan, cada sonrisa que ofrecen, es un testimonio de su fe inquebrantable y su deseo sincero de devolver todo lo que han recibido. Para ellos el Milagro no es un acto extraordinario, sino un acto cotidiano de fe y amor.