El 11 de septiembre de 2001, Marcy Borders era una empleada de banco que trabajaba en el World Trade Center de Nueva York, en la torre norte, en el piso 81. Ese día, su vida cambió para siempre cuando dos aviones secuestrados se estrellaron contra las torres gemelas, provocando su derrumbe y la muerte de casi 3.000 personas.
Borders logró escapar del edificio antes de que se desplomara, pero no sin quedar cubierta de polvo y cenizas. Un fotógrafo de la Agence France-Presse, Stan Honda, capturó una imagen de Borders que se convirtió en una de las más icónicas de ese día trágico. La foto muestra a Borders con una expresión de terror y confusión, envuelta en una nube gris que le cubre el cabello, el rostro y la ropa. La imagen se difundió por todo el mundo y Borders fue conocida como la “Dama de polvo“.
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ESTRÉS, DROGAS, DEPRESIÓN Y MUERTE
Sin embargo, sobrevivir al 11-S no fue el final de los problemas para Borders. La joven sufrió un severo estrés postraumático que le causó depresión, ansiedad, insomnio y pesadillas. Perdió la custodia de sus dos hijos, se separó de su pareja y cayó en el alcoholismo y las drogas. Durante una década, Borders vivió al borde del abismo, sin poder trabajar ni recuperar su vida normal.
Borders dijo que un evento clave en su recuperación y su vuelta a la sobriedad fue conocer la muerte de Osama Bin Laden, el líder de Al Qaeda y responsable de los atentados, en 2011, en manos de fuerzas estadounidenses.
Ese año, Borders decidió ingresar en un centro de rehabilitación y buscar ayuda psicológica. También conservó la ropa que llevaba el día del ataque, sin limpiar el polvo, como un recordatorio de lo que había superado.
Pero cuando parecía que Borders había encontrado la luz al final del túnel, recibió un duro golpe: en agosto de 2014 le diagnosticaron cáncer de estómago.
Borders creía que su enfermedad estaba relacionada con el polvo tóxico al que estuvo expuesta tras el colapso de las torres. De hecho, muchos sobrevivientes y rescatistas del 11-S desarrollaron cánceres y otras enfermedades respiratorias por la misma causa.
Borders no pudo hacer frente a los costos del tratamiento médico ni a la cirugía que necesitaba. Su cáncer le generó una deuda de 190.000 dólares y le impidió acceder a los medicamentos que requería.
Borders murió el 24 de agosto de 2015, a los 42 años, dejando un vacío en su familia y en la memoria colectiva.
La vida de Marcy Borders es una de las muchas historias de dolor, sufrimiento y resiliencia que se vivieron tras el 11-S. Su imagen es un símbolo de la tragedia que marcó al mundo entero y que cambió para siempre la historia. Su sufrimiento es una muestra de cuando la “mano invisible del mercado” deja personas sin esperanza ante las adversidades, y finge hipócritamente un dolor que no siente.
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