La Corte Suprema de Justicia cesó en sus funciones a la jueza de la Cámara de Casación Penal Ana María Figueroa, quien se negaba a dejar el cargo pese a que había cumplido los 75 años de edad, límite establecido por la Constitución Nacional. El máximo tribunal abordó esta tarde la situación irregular de la magistrada, que cuenta con el apoyo del kirchnerismo.
inicia sesión o regístrate.
La Corte Suprema de Justicia cesó en sus funciones a la jueza de la Cámara de Casación Penal Ana María Figueroa, quien se negaba a dejar el cargo pese a que había cumplido los 75 años de edad, límite establecido por la Constitución Nacional. El máximo tribunal abordó esta tarde la situación irregular de la magistrada, que cuenta con el apoyo del kirchnerismo.
El último intento de Figueroa por aferrarse al cargo lo había protagonizado este martes, cuando pidió una licencia extraordinaria a la Corte Suprema por 30 días, sin goce de sueldo, con la intención de que, en ese tiempo, el Senado le dé un nuevo acuerdo que le permita seguir en el cargo por otros cinco años más.
Sin embargo, la Corte Suprema tomó un decisión de fondo y cesó en sus funciones a la magistrada.
La situación de Figueroa llegó a ser insostenible para sus colegas, pues cumplió 75 años el 9 de agosto y no dejó su cargo, a la espera del acuerdo que el kirchnerismo impulsó en el Senado. Figueroa, que interviene en causas claves para la vicepresidente Cristina Kirchner, sus hijos y exfuncionarios, había atravesado la instancia de las entrevistas y su continuidad recibió dictamen favorable de comisión. Pero el oficialismo no reunió los votos para aprobar la extensión y fracasó dos veces en convocar a una sesión en la Cámara alta.
Los jueces de la Casación le mandaron un oficio a la Corte y al Consejo de la Magistratura diciéndoles que la jueza “habría cesado como magistrada”, pero no la corrieron.
El 8 de agosto, en un acuerdo con sus pares de la Casación, Figueroa les dijo a sus colegas que dejaba la presidencia en manos de su entonces vicepresidente, Mariano Borinsky, y que dejaba de firmar sentencias. Se firmó un acta. Pero en la reunión de este martes decidió dar marcha atrás.
“Fui malinterpretada”
La jueza le echó la culpa al secretario que había tomado nota en la reunión del 8 de agosto: dijo que fue malinterpretada y que ella seguía siendo la presidenta de la Casación. De hecho en la reunión de este martes ocupó la cabecera de la mesa, donde se ubica el presidente. Borinsky no se la disputó.
El acuerdo general de este martes fue áspero y sorpresivo. Borinsky dio de baja una licencia que había tomado y convocó a sus colegas que forzaron la reunión.
En la Cámara de Casación existían posiciones contrapuestas en torno a la continuidad de la magistrada. Su más enfático defensor fue el juez Slokar, que entiende que Figueroa podía seguir en el cargo, a la espera de que el Senado le otorgue un nuevo acuerdo, ya que el trámite para conseguirlo estaba en desarrollo.
De hecho, este martes Slokar defendió a la magistrada y dijo que en al Cámara había “jueces usurpadores”. No dio nombres, pero Carlos Mahiques se sintió aludido, ya que llegó a la Cámara Federal de Casación trasladado desde la Cámara Nacional de Casación. Se puso de pie amenazando con irse, pero al final el conflicto no pasó a mayores.
El Ministerio de Justicia, con la firma del viceministro de Juan Martín Mena, le pidió por oficio a la Corte y al Consejo de la Magistratura que no removiera a Figueroa porque está en proceso la extensión de su mandato.
La reunión empezó con reclamos de Guillermo Yacobucci, el más duro entre los jueces, que demandó claridad ya sea para cubrir la vacante como por la condición de jueza de Figueroa. Diego Barroetaveña y Daniel Petrone también cuestionaron la situación.
Le reclamaban que se debía nombrar un subrogante para su vocalía, un eufemismo para sostener que no era más jueza. “¿Tengo que dejar el escritorio?”, preguntó Figueroa, y nadie respondió.
Gustavo Hornos dijo que la Constitución preveía que los jueces deben dejar su función a los 75 años, dando a entender que el cargo de Figueroa había expirado. Javier Carbajo, que antes de ser juez de Casación fue secretario de la Cámara, estaba indignado porque no podía creer cómo Figueroa se desdecía de lo que había dicho en el último acuerdo y le echaba la culpa al secretario de no haber tomado nota debidamente.
A la hora de opinar, estuvo a favor de la licencia extraordinaria porque destrababa el problema y apoyó convocar a un cuarto intermedio hasta mañana, entre otras razones, porque tenía un estudio médico programado y llegaba tarde.
Figueroa se defendió: dijo que su situación era “inusual”, que estaba esperando acuerdo del Senado y que se trataba de un ataque a su persona por su condición de mujer. Slokar se alineó con su reclamo y fue quien tendió el “puente de plata” de la licencia extraordinaria como para encontrar una salida.
Quedó solo con el auxilio de Borinsky, Carbajo y Hornos que consintió. La jueza Ángela Ledesma está de licencia, al igual que el juez Juan Carlos Gemignani, por lo que no participaron del acuerdo extraordinario.
Una licencia ordinaria, que era la otra opción, implicaba que la jueza se tomara días de vacaciones no gozados, pero no se podía nombrar a un subrogante en su lugar. De hecho, en la Cámara no se realizan sorteos para que no caiga la bolilla de la vocalía 10 de Figueroa, porque ella misma se autoexcluyó como jueza para votar.
La sugerencia de la licencia extraordinaria no conformó al ala dura de la Casación, que pretendía que este martes se sorteara un suplente para la vacante dando a entender que la jueza había cesado en sus funciones. “Es extraordinario lo que imaginan algunos colegas”, se quejó un juez disconforme con la solución encontrada.
La Nación