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Hacia el Conocimiento de la Violencia Obstétrica

31/08/2023 16:15 Opinión
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Por Mercedes Lotufo y Aquiles Pérez, investigadores del Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales (INSOD) de UADE

La continuidad de la especie humana es un proceso y condición que tiene como uno de sus pilares el nacimiento de cada nuevo individuo.  Para llegar a este momento, esta nueva persona que comienza a formarse y crecer dentro del útero materno generalmente recibe todo el apoyo físico, fisiológico, social y hasta afectivo de su madre, creando así las mejores posibilidades para su llegada al mundo externo.

En este proceso es común enfocarse y estudiar como sujeto importante el ser humano que viene en camino, mientras que la madre es solo “el medio” donde crece y se desarrolla, olvidando o minimizando que por encima de su condición de madre está el ser humano y la mujer.

La asistencia al parto y al nacimiento, por su institucionalización, se ha caracterizado por una intensa medicalización del cuerpo femenino, siendo más visible en los países latinoamericanos. En las salas de parto (escenario desconocido para la futura madre), las mujeres se encuentran con la presencia de otras personas, con las que establecen vínculos frágiles y superficiales, con alternancia entre la confianza en el cuidado que es proporcionado y su fragmentación, despersonalización y patologización. Además, estas relaciones pueden generar la utilización abusiva de intervenciones no necesarias en el bebé y la mujer, llevándola a perder su autonomía y el derecho de decidir sobre su cuerpo.

La asistencia médica al parto está siendo cuestionada en muchas partes del mundo, pero el origen del concepto de violencia obstétrica es controvertido. Medina Castellano se lo atribuye al Dr. Blundell del Guy’s Hospital, quien en 1827 publicó una serie de textos agrupados en The Lancet. Otros autores, Quattocchi y Magnone plantean que este concepto surgió en América Latina. La Organización Mundial de Salud, por su parte, plantea que, durante la asistencia al parto y al nacimiento, algunas mujeres son asistidas de manera “violenta”, viviendo situaciones de malos tratos, falta de respeto, abusos, negligencias y violación de los derechos humanos por profesionales de salud. Entrevistadas de las clases de preparación al parto del área de Salud de Tudela en 2017 (Comunidad de Navarra - España), mostraron factores comunes caracterizados por: sensación de abandono, sentimientos de tristeza e inutilidad, ansiedad, desinformación, trato inadecuado por el personal sanitario, entre otros.

Por otro lado, numerosos estudios reportan porcentajes de mujeres que salen traumatizadas de sus partos como consecuencia de las acciones u omisiones del personal sanitario. Datos del Postpartum Support International de 2018 establecen que algunas mujeres experimentan cambios leves en el estado de ánimo durante o después del nacimiento de un hijo/a, observándose hasta un 20% con síntomas de depresión o ansiedad, que no dependen del nivel cultural, económico o raza de la mujer.

Los relatos de violencia frecuentemente se caracterizan por: negación a la presencia de acompañante de su elección; falta de información a las mujeres sobre los diferentes procedimientos ejecutados durante la asistencia; realización de cesáreas no necesarias; privación del derecho a la alimentación y la deambulación; exámenes vaginales rutinarios y repetitivos sin justificación; uso frecuente de oxitocina para acelerar el trabajo de parto; realización de episiotomía sin consentimiento de la mujer; maniobra de Kristeller; intervenciones dolorosas sin anestésicos; obligar a parir en una determinada posición; proveer una medicalización excesiva. De esta forma, se puede entender la violencia obstétrica como cualquier acción que produce efectos negativos de carácter físico y psicológico durante el proceso de parto natural, que, en la mayoría de las ocasiones, se materializa a través de un tratamiento deshumanizado que surge de profesionales de la salud.

De esta forma, vemos cómo las prácticas de salud se convierten en nuevos problemas desde la toma de conciencia de los/las profesionales que las llevan adelante y, principalmente, por las mujeres que usan el sistema. Quattocchi y Magnone, en su libro “Violencia obstétrica en América Latina: conceptualización, experiencias, medición y estrategias”, citan a diversos autores que señalan la importancia de conceptualizar el problema no solo como un aspecto de calidad de la atención en los servicios, sino también como una forma más de violencia contra las mujeres que necesita ser entendida dentro del marco de los derechos humanos y reproductivos.

En Argentina, en la provincia de Entre Ríos, hay organizaciones de mujeres que están trabajando en el proceso de construcción de ciudadanía, dentro del marco del derecho al parto respetado y contra la violencia obstétrica, que tiene sus bases en las Leyes nacionales 26529 y 26485 sancionadas en el 2009, que establecen los derechos del paciente en su relación con los profesionales e instituciones de la salud y que insiste particularmente en los derechos al trato digno y respetuoso, la intimidad, la confidencialidad y la autonomía de la voluntad.

Al ser un tema de abordaje reciente, se encuentran pocos instrumentos que permiten medir la violencia obstétrica. Por ejemplo, en México, durante la cuarta Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) realizada en 2016, se incluyeron doce preguntas destinadas a evaluar algunos aspectos de la experiencia de las mujeres de 15 a 49 años durante su último parto, siendo una de las primeras mediciones a nivel mundial. En este mismo año, en Italia se realizó una encuesta nacional sobre este tema, con una muestra comunitaria.

Como parte de una investigación de UADE, estamos construyendo un instrumento cuantitativo que permita dimensionar, explicar y trabajar, en forma estructural, la violencia obstétrica a partir de las características identificadas de cómo este evento ocurre en el contexto asistencial, cuáles son sus posibles repercusiones en la práctica obstétrica actual. De este modo, esperamos generar el conocimiento necesario de las interacciones de las mujeres con los profesionales de salud, gestores, y entidades de enseñanza, equilibradas, sanas, y donde se contemple los derechos sexuales, reproductivos y humanos.

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