Las despedidas son, también, nuevos comienzos. Y nacimientos. Talleres navegó entre esas sensaciones en su debut de local en la Copa de la Liga 2023, ante más de 50 mil socios que poblaron el Kempes intentando ver al “Talleres de siempre”.
Entre las lágrimas por la partida de un ídolo como Julio Buffarrini, a la locura por un golazo de uno de los que está arrancando su historia en el club, como Juan Rodríguez.
Este nuevo Talleres que está naciendo tiene la misma idea, el mismo gen.
Necesitará tiempo, pero sabe a dónde va. El triunfo 2 a 1 ante Huracán, en esta segunda jornada, es la real demostración.
Ahora, es el momento de que los Sosa, los Garro, los Bustos, los Rodríguez, para que se hagan definitivamente los dueños de esta renovación que tiene las mismas aspiraciones de protagonismo, de grandeza.
Y con nuevos nombres alrededor, como Angulo, Molina o el pibe Diego Barrera. Sin Valoyes o Santos. Pero con Talleres.

De emociones y goles
El primer tiempo tuvo el momento de la despedida de Buffarini segundos antes de que la pelota corriera por el césped, lo que generó una sensación especial en el Kempes.
El foco obviamente estaba en la cancha, pero la figura de “Buffa” es pesada simbólicamente por todo lo que representa para el hincha.
El equipo salió a jugar con el manual de siempre, aunque con esa carga emotiva en el ambiente. Antes del pitazo inicial, todos los jugadores le dieron un gran abrazo a Julio, que llevaba la “8″ en su espalda pero estaba en el banco.
Igualmente, Talleres fue Talleres desde el vamos y siguió plasmando la idea del cuerpo técnico de Gandolfi. Un equipo que asfixia al rival, que llega por las bandas y que pone mucha gente en ataque.
Huracán sólo pudo patear al arco una vez en esos primeros 45 minutos. Y sí, fue el gol del empate de Coccaro, pero antes casi no pudo tener la bola.
La “T” manejó el trámite y había tenido algunas chances antes del 1-0 que terminó marcando Nahuel Bustos (el “10″ desvió un remate de Diego Barrera que tenía destino de red).
El Albiazul tiene individualidades con mucho desequilibrio, como Sosa, Depietri y el propio Barrera, que le inyectó atrevimiento y desfachatez a esa ofensiva que ya no tiene a Valoyes y Santos como grandes referentes. Hay un nuevo Talleres que necesariamente debe nacer, sobre los cimientos del anterior, claro está.

Tiene que ser con Garro
Pero ese “nuevo Talleres” necesita sí o sí la presencia de Rodrigo Garro. El talentoso zurdo estuvo en el banco ya que venía de una lesión.
Pero cuando el segundo tiempo estaba arrancando y el equipo no prendía su motor, la misma tribuna empezó a pedir al pampeano.
Gandolfi escuchó y lo mandó a la cancha, con un aplauso propio de lo que genera “Rodri”.
Pero los toques distintivos del ex-Instituto no alcanzaron a maquillar que hay piezas que todavía no terminan de encajar.
Huracán pudo aprovechar y si hubiera estado fino, podría haberse llevado los tres puntos a Parque Patricios. Pero Talleres siempre tiene una carta. Y un golazo de Rodríguez cerca del cierre hizo explotar el Kempes.
Ha nacido un nuevo Talleres. Que es el de siempre. El que buscará pelear bien arriba. Con su idea, con sus valores. El Talleres de su gente.