Juane Pelegrín y un desembarco por doble partida a La Plata

Hace ocho años que Juane Pelegrín, cantante y guitarrista, mitad argentino y mitad cubano, viene una y otra vez a La Plata. Dice que es una ciudad “receptiva”, donde mejor lo han hecho sentir, donde le resulta más fácil convocar escuchas. Se siente, como dicen, como pez en el agua por acá, una especie de pueblo grande, atravesado por diagonales, al que le encuentra algunos parecidos con Lincoln, el pueblo donde se crió y en donde tuvo su primer contacto con la música.

“La verdad es que estoy súper feliz de estar arribando de nuevo por allá”, dice, en diálogo con EL DIA, en la previa a su nuevo desembarco, mañana, y por partida doble.

Es que Juane tendrá la agenda ocupada: a la tarde, se instalará en un estudio de grabación local para grabar una canción que incluirá en su nuevo disco, un disco que va creando como si sus temas fueran una especie de souvenir de los lugares donde va a tocar; porque eso es lo que hará a la noche, en Ciudad de Gatos, en donde repasará su cancionero.

Esta original idea de grabar el que será su nuevo material de manera itinerante surgió durante la pandemia. Él venía de lanzar “El salsero”, su álbum debut solista, que grabó solo en su estudio durante el reinado del COVID-19, una experiencia de la que quería desmarcarse para el sucesor.

“Lo que se me ocurrió fue salir de mi estudio, salir del encierro, pero salir a Argentina. Entonces, en cada una de las ciudades de la gira, grabo una canción que después será parte del álbum”, reveló Juane, que ya parió canciones en Neuquén, Córdoba y Montevideo, entre otros destinos.

Entusiasmado con el proceso, dice que está siendo “increíble la experiencia porque salen cosas muy buenas, la gente te recomienda estudios, te recomienda instrumentos, te van ofreciendo cosas que son increíbles” y que se convierten en verdaderos desafíos: como el día que le propusieron cambiar el arreglo de guitarra que había llevado por uno de armonio, un instrumento que tuvo que aprender a tocar en diez minutos, y que le dio un “una solidaridad y un clima” distintivo a su material.

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“Perdidos en Cielo Drive”, que fue registrado en Adrogué, es el primer adelanto de su próxima placa, que mostrará próximamente dos nuevos singles y que saldrá en abril del año próximo; una canción que adelantará en su show en La Plata, en donde repasará “El salsero” (nombre influenciado por su esencia cubana, heredada de su padre), además de “Cuarteles de Invierno Vol.1”, una sesión que grabó en vivo este año y que incluye “Corriendo por San Cristóbal”, “Nena, me gustas así” (Viejas Locas), “Pizza con vos | Pizza with U”, “El día del madrugador” y “Manifiesto para cuando no esté”.

Durante la velada en el bar de 17 y 71, que contará también con Bellbond y Holms, Juane -que llegará con guitarra y máquina de ritmo- mostrará además las canciones de “Piedrabuena- Cantando al Piti”, el EP de versiones de Viejas Locas e Intoxicados que grabó el año pasado a propósito de los 50 años de Piti Álvarez.

SU HISTORIA CON LA MÚSICA

Nacido en Once, de chico se mudó a la capital del carnaval artesanal, Lincoln, en donde tuvo sus primeros contactos con la música. “El primer recuerdo que tengo es de un invierno crudísimo, estaba mirando la televisión, y de repente vi ‘El Matador’ de los Fabulos Cadillacs”, cuenta sobre esa postal noventosa en la que siente que algo se movió en su interior. Después llegaron esos tres discos de los Rolling Stones, que su mamá le llevó de regalo de un viaje, y otro de Zeppelin que “me explotaron la cabeza”, dice. En ese entonces tenía siete años y “ahí arranqué”: recuerda haber ido “más a disquerías que a jugueterías”.

A los 17 volvió a vivir a Buenos Aires y lo que hasta ese momento había sido un hobby empezó a consolidarse. “Primero toqué en una banda llamada Rey Sonámbulo, que integraban dos ex músicos de los Redonditos de Ricota, que para mí que venía sin ningún tipo de bagaje musical profesional fue como hacer la universidad antes de ir al jardín porque me encontré tocando en salas bastante grandes sin haber tocado en un antro”, revela.

Con esta experiencia ganada, cuando la banda se separó estaba convencido de que ese sería su camino: “me encontré en una situación de decir ‘yo quiero seguir con esto, me gusta, me interesa” y ahí, con unos amigos, se animó a armar su propia formación, Talles Espaciales, “una banda que sigue siendo como una aventura para nosotros porque en ese momento no sabía cantar, nunca había escrito una canción y nunca había tocado guitarra líder en una banda: dije no debe ser tan difícil y me tiré de cabeza”.

Formada en 2015, y con dos discos y 30 canciones en su haber, la banda “se planchó un poquito” con la pandemia, un tiempo de introspección que a Juane le sirvió para explorar por el terreno solista, un poco por necesidad (porque era el formato posible en tiempos de aislamiento y aforos reducidos) y otro poco por curiosidad.

Juane, que de chico despreciaba la guitarra criolla por considerar que “era para folclore y yo quería tocar rock”, venció el prejuicio: “entendí, después de ver tocar al guitarrista de La Bersuit, que tocaba con una criolla, que el problema no era la guitarra, era yo”, admite, entre risas.

Con una modelo 65, que le compró a un músico retirado de Villa Soldati y que no la empuñaba desde hacía 50 años, le dio forma a “El Salsero”, en el que empezó a dejar de lado el rock para explorar por otros territorios.

“Me parecía interesante que venir a ver a Talles o venir a ver a lo que hago solista sean dos experiencias distintas”, remarca Pelegrín, que se autoimpuso ese desafío de no repetirse con sus formatos no sólo en cuanto a la música sino también en la estética.

Alejado del rock o el alternativo que hay en Talles, Juane Pelegrín suena, o, aspira a sonar, a varias cosas. Sus influencias viajen desde Lou Reed hasta Moris, desde el Leo García del disco “Mar” hasta Santi Motorizado, con las que ha logrado amasar una propuesta que define como un “indie muy urbano” en el que la ciudad protagoniza sus canciones, canciones “bastante sencillas a nivel musical porque la atención tiene que estar puesta, por lo menos en lo que yo hago, en los textos: lo musical es como una excusa para narrar algo”.