Reforma tributaria
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La Argentina sufre una presión tributaria insoportablemente alta, más aún considerando lo que los ciudadanos reciben a cambio. A pesar de ello, existen déficit fiscal primario y un abultado déficit total. No hay posibilidad de financiarlo ni con créditos internacionales ni con mayor endeudamiento en pesos; todo está al borde del máximo límite factible.
Corresponde lograr superávit presupuestario atacando simultáneamente dos frentes, bajando el gasto público y subiendo la recaudación, no los impuestos. La recaudación puede crecer por mayor actividad económica y por menor evasión.
Un ejemplo de las inconsistencias son las tasas municipales. Existen en el país 1298 municipios y cada uno con importantes estructuras tanto ejecutivas como legislativas. ¿Se justifica que existan miles de concejales rentados? ¿Que estos tengan oficinas, gastos, asesores, viáticos y prebendas?
Podemos seguir con los subsidios, empezando por las tarifas de la energía, el transporte y los planes sociales y con el injustificado déficit de las empresas públicas.
La bancarización de las actividades económicas merece un análisis profundo. Para que prospere es imprescindible eliminar el impuesto a los débitos y créditos bancarios y todos los regímenes de percepción y retención sobre cuentas bancarias, tanto de impuestos nacionales como provinciales y municipales.
Deben bajarse los impuestos sobre todos los productos alimenticios; el IVA al 10,5% sobre todos los alimentos (no cero por la incidencia del crédito fiscal), ingresos brutos al 0%. El sistema tributario argentino requiere de una profunda reestructuración, que lo simplifique.
Uno de los temas más importantes que deberá enfrentar el nuevo gobierno es diseñar una amplia y profunda reforma tributaria, con una revisión integral de su estructura a fin de suprimir gran cantidad de tributos de escasa significación, lograr un régimen más simple, reduciendo y facilitando su administración. Se requiere terminar con aquellos gravámenes que resultan opuestos a alentar la actividad formal. Debe disminuirse la imposición a las pymes, a economías regionales y a las actividades productivas que generan empleo registrado.
El Banco Mundial, en su ranking de impuestos, ha calificado a nuestro país como el sistema tributario más gravoso del mundo. Precisamente, se requiere una amplia concientización de la población para demandar los cambios necesarios.
Un ejemplo, que se debería tomar como base del trabajo, es el aporte del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la ciudad de Buenos Aires, denominado “Bases y lineamientos generales para una futura reforma tributaria”, de 2011, bajo la dirección de su entonces presidente Humberto J. Bertazza, con un equipo de 55 especialistas. Analiza el régimen de coparticipación y los tributos, incluyendo los recursos de la seguridad social, régimen aduanero, procedimiento fiscal, régimen penal tributario y administración tributaria. Realiza un diagnóstico de cada tarea, con su análisis y recomendaciones.
Hoy, como nunca, se impone una profunda reforma tributaria, con un importante consenso político.

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